Todo lo que nunca fuimos

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Los festivales de invierno ya habían comenzado y con eso el recordatorio de que solo nos quedaban cuatro meses más para al fin salir.
No había sabido nada de ti en semanas, con suerte te había visto en los pasillos y no me habías sonreído ni por compromiso como muchas veces lo habías hecho.
Estaba mas tranquilo pues no había notado un comportamiento inusual en ti, llorar, a pesar de que lo odiabas, te había servido de algo esa vez.
La última vez que te vi antes de salir de vacaciones de navidad fue en tu presentación de teatro. Eras la principal en una obra, obviamente, navideña.
Verte parada en medio del escenario con un abrigo rosa más grande que tú y dos coletas recogiendo tú cabello solo hicieron que me muriera de ganas de irte a abrazar, obviamente no lo hice.
Salimos de vacaciones y lo único que supe de ti fue gracias a tus redes sociales.
Habías ido a visitar a tus abuelos si mal no recuerdo, y supongo que eso te hizo mucho bien, pues en enero al regresar te notabas mucho más alegre que nunca.