Después de ese gesto de Abel, el mundo parecía haber desaparecido para Hope. ¿Era esto real? Porque parecía un sueño. Que va, ni siquiera se habría osado a imaginar algo tan apoteósico.
Su cerebro repetía el clip en bucle provocando una sensación de éxtasis.
Sonó el timbre final y Hope se levantó como un resorte, acomodó su ropa y se preparó para el último posible encuentro con Abel.
Tenía prisa. Tanta que se peleó por salir antes. ¿Qué tal si él salía antes que ella y no le veía? No, eso no pasaría, ella no dejaría que pasase. No dejaría que pasase una nueva oportunidad de ver su sonrisa.
Bajó a prisa la escalera que la separaba de la entrada y se paró frente a la puerta. Normalmente Alba tardaba un par de minutos en salir, tiempo que Hope estimó oportuno para encontrar a Abel.
Él salió con un andar despreocupado propio de quién tiene el curso resuelto, ese día su clase terminaba los exámenes del semestre. ¿Cómo lo sabía? Alba y Abel estaba en la misma clase.
Alba salió tras él y sin querer le chocó el hombro. A ella no le preocupó en lo absoluto y él solo la miró frunciendo el ceño. Hope se alegró. Se alegró de que, aparentemente, no se atrajeran en lo absoluto. Alba era una chica delgada, con bastante pecho, tez blanca, cabello castaño claro y ojos color miel. No era la más guapa del instituto pero Hope la sentía muy superior a ella. Por una vez le alegró que no fuera su amiga el centro de atención de los chicos que le atraían.
—Lo siento Hope pero tengo que repetírtelo; estás muy guapa.
Hope sabía que si no fuera por el tono bronce de su piel estaría roja como un tomate. Hoy su amiga la había elogiado en al menos cuatro ocasiones, lo mejor de todo es que parecía sincera. Hoy había sido un buen día. No pudo evitar que un sonrisa se le dibujara en la cara.
La conversación con Alba de vuelta a casa no fue nada del otro mundo, hablaron del semestre, de elegir alguna actividad extracurricular y de algún que otro ligue de la castaña. Hope no solía hablar de chicos pero esta vez tanteó con contarle a su amiga sobre Abel. Descartó la idea, no por que no confiase en su amiga sino porque no quería gafarlo, además Alba le contaba con quien hablaba, que si se habían abrazado o besado o historias dignas de un libro. Lo de Hope para Alba no sería tan importante. O al menos eso pensó ella.
Al llegar al portal de Hope ambas se despidieron con un sonoro beso en la mejilla y promesas de retomar la conversación después de comer. Hope entró al portal, miró el ascensor y las escaleras. Decidió usar las escaleras a pesar de que eso no haría una gran diferencia en su peso. Daba igual, estaba enérgica, las subió prácticamente de dos en dos. Llegó a la puerta e introdujo la llave en la cerradura. Saludó contenta a quién estuviera en casa y corrió a su cuarto a tratar de resolver el teorema que acababa de venirsele a la mente.
¿Cúanto tiempo debería esperar Hope para escribirle a Abel?
Hasta ahora estaba tan ensimismada con tener su número que no se lo había planteado. Tiró la mochila a cualquier parte y se tumbó bocabajo en su cama, desbloqueó el teléfono y se mostró ansiosa por ver la foto de perfil de Abel. Apretó y... ¡Dios mío!
La foto era de una calidad considerable. Aparecía Abel en un plano medio con el fondo difuminado, probablemente sacada en el modo retrato de su smartphone. Abel sonreía, estaba ladeado y miraba fijamente al objetivo. Estaba vestido con suéter blanco que resaltaba su piel bronceada, ya lo había visto con él en el instituto.
Decidió mirar también su info. "Aquello que mataba pero nos hacía más fuertes" Bonito pensó Hope sin darle más importancia.
Vuelta a la pregunta inicial.
¿Cuándo debía hablarle?
¿Ahora?
No.
¿Y ahora?
No.
Bien.
...
¿Y ahora?
Maldita sea, Hope se estaba autoresultando pesada. "Haz lo que quieras" se rindió la negación ante la insistencia de la ansiedad.
Bien. ¿Y ahora? ¿Qué le decía? ¿Qué tal "Hola Abel soy Hope, ¿Qué tal?"? ¡No! Abel no sabría si hablaba con ella o con su abuela pero... ¿Qué le diría si no? Ya lo tenía. Alargar las vocales, eso siempre funcionaba.
Holaa soy Hope, ¿Qué tal?
¿Mejor? Quien sabe. El caso es que fue lo que finalmente envió.
¿Qué si se había acabado el calvario? En absoluto. Ahora estaría prácticamente en vela esperando una respuesta.
Abel es una persona considerada, o eso pensó Hope porque quince minutos más tarde respondió.
En el momento que oyó la notificación el corazón se le detuvo, cuando se recuperó vio su nombre en la pantalla pasó de estar paralizado a bailar sin parar. Loco y estúpido corazón.
Hope trató de esperar un poco, para hacerse la interesante y para darle un respiro a su danzante corazón. No pudo. No pasaron ni cuarenta segundos.
—¡Masoquismo! —gritó eufórico su corazón.
Hola Hopee!!! Bien bien, bastante aliviado con el rollo de los exámenes, ya sabes. Y tu qué? mejor que el otro día?
¿Se podía ser más simpático? Su corazón estaba llegando al éxtasis.
Por cierto, hoy estabas muy guapa!
El pobre corazón de Hope entró en muerte súbita. Que lo reviviesen cuando despertase del sueño.
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La Gorda.
Teen FictionHope Delgado, la gorda, se enfrentará a un nuevo año de instituto. Este año se respira un nuevo ambiente, hay cambios, no es un curso cualquiera. ¿La acompañas?