Anne Collins estaba tan entusiasmada con la idea de colocarse esta noche que hasta conseguía sorprenderme. Lo suyo era algo impactante.En todas las clases que compartíamos, observaba por el rabillo del ojo como se mordía las uñas, como apretaba los dientes, se frotaba los ojos continuamente y miraba su reloj cada cinco minutos.
Había algo dentro de mí, una pequeñísima parte que me decía que no lo estaba haciendo bien. Anne ya había estado en un centro de desintoxicación y volvería a recaer. Pero ese no era mi problema, por muy egoísta que sonase. Es que no lo era. Ya había avisado a su novio, no podía hacer más. Pero aun así esa sensación en el estómago me molestaba, pero oye, al menos tengo sentimientos.
—Puedes parar. —Espeté de los nervios.
No paraba de chasquear la puta lengua.
—Es que no puedo. ¿Sabes cuánto tiempo ha pasado? —articuló excitada—. ¿Acaso tú no tienes ganas o qué?
La miré por unos segundos, apoyé la barbilla sobre mi palma y observé los árboles.
A decir verdad, no lo necesitaría si no quisiera dejar de recordar, a pensar en general. Todo, todo estaba rodeado de mierda. Todo. Y quería dejar de verla. Y a él. No podía aguantar más.
Podría haber elegido otra cosa para conseguir lo que quería, pero esta fue la solución más efectiva cuando solo tenía dieciséis años. Y aunque mi madre se enterase y se volviera loca llevándome a centros de desintoxicación, mi hermana nunca se enteró. Y mi madre sabía que nunca podría impedirme hacer lo que quisiese. Además no era una drogadicta como para que me internaran.
Y no contesté a su pregunta porque casi nunca contestaba a nadie en general, pero, ¿tenía ganas? Definitivamente.
(...)
—Pues...esta noche voy a una fiesta. —Comentó mi hermana, rompiendo el maravilloso silencio que envolvía la cena que por capricho materno, se componía de mi hermana, mi madre y yo.
Mierda. Me mantuve neutra, con la misma cara de siempre, y pensé en su novia. Se irían pronto seguro, a follar supongo. Mantuve la esperanza de que mi hermana siguiera mis pasos en ese ámbito y disfrutara lo máximo posible de lo que le gustara.
—Ah, qué bien. —Veronica sonrió cálidamente, sinónimo de asquerosamente—. ¿Y tú, Savanna?
Seguí comiendo, masticando lentamente.
—No sé. —Respondí con sequedad.
Me di cuenta de como Veronica se dio por vencido, en sus ojos, la forma en la que me dijo –porque la conocía muy bien– "ya no puedo más, lo estoy intentando y no me ayudas".
Suspiré silenciosamente y sonreí algo así como divertida, picando a mi hermana.
—Igual me paso, —le eché un vistazo rápido a mi madre, que hizo lo mismo curvando los labios—. así me presentas a tu amiguita, eh.
—Oh, no. —se apresuró Alessa después de tragar rápidamente, bebió agua y negó con la cabeza.—. Sí hombre.
Veronica se rio con una pizca de emoción.
—¿Pero vais en serio no?
Alessa asintió.
—¿Entonces qué problema hay?—Preguntó ella apoyándome, me sentí...rara.
—Mamá, por favor. Como si no supieras como es Savanna con cualquier ser humano. —Espetó rodando los ojos.
La verdad no ofende.
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Isahia & Savanna
Fiksi RemajaLa historia de dos mundos que jamás se cruzarán. Fecha de creación: 19/09/17 Fecha de publicación: 31/07/18 Beliebgrey🧡