Isahia

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—¿Qué te pasa? —preguntó mi madre.

Hoy era una de esas noches en las que solo estábamos ella y yo. Mi padre tenía una cena con los compañeros del trabajo, y sinceramente prefería esto a estar los tres.

Aunque me entendiera en muchas cosas con mi padre, Miranda era la persona a la que recurriría siempre.

Y bueno, notó enseguida que algo no iba bien. Mi cara no debía de ayudar.

La verdad era que no tenía ni idea de qué me pasaba, y además sentía que el problema era enorme si encima no tenía nada que ver con Thalia. Porque de forma indirecta esto iba de ella.

—No lo sé.

Me froté la cabeza desesperado. Ya llevaba días así.

Ese día el instituto fue una mierda. Todo me había ocurrido de una forma desorganizada, algo a lo que no acostumbraba. Tuve un examen sorpresa para el que no estaba demasiado preparado, muchos deberes y algo que me comía por dentro y no quería reconocer.

Era como si el día se hubiera vuelto una mierda muy grande porque ella no estaba. ¿Qué podía esperar? ¿Y por qué si quiera debía esperar algo?

Porque sí, todo me pareció gris cuando me fijé en aquel asiento al fondo de clase y se hallaba vacío.

¿Pero qué cojones...? No me entendía, y me daba miedo hacerlo.

—¿Es por ella?

Volví a la realidad.

—Sí y no. —Dudé.

—A ver.

—No sé mamá. No estoy seguro. —Frunció el ceño—. Me gusta, la quiero mucho, pero es que tengo una sensación dentro de mí que me come por dentro.

—¿Qué sientes?

—Que no estoy haciendo bien las cosas.

Se levantó a recoger los platos y le ayudé.

Por un momento fui inseguro al formular la siguiente frase.

—Nos hemos acostado. —le conté un poco intimidado—. Varias veces. Yo que sé, y a lo mejor... pues que pienso en otras...

Lo último fue difícil decirlo. En alto sonaba incluso peor. Es que ni si quiera me ayudaba sacarlo fuera.

—Creo, —dijo ella esperando mi aprobación para continuar—. que eres de querer darlo todo, y al no tenerlas todas contigo no puedes seguir adelante.

—Pues igual.

—A lo mejor fuiste muy rápido saliendo con ella y solo querías pasar un buen rato. ¿No le preguntaste a ella si estaba segura?

Negué con la cabeza. Thalia siempre parecía segura sobre todo lo que hacía.

Y mi madre me estaba sorprendiendo mucho. No creía que la charla empezara a ayudarme, ahora necesitaba sacarlo todo.

—No. Salió sin más. Y la verdad es que yo no lo pensé.

Asintió con la cabeza entregándome varios platos para guardar.

—Pues eso es lo que te pasa. No sabes si estás preparado para esto, y probablemente no lo estés.

—Pero, ¿y lo de las demás chicas?

—¿Chicas? O ¿chica?

Sonreí avergonzado.

—Chica.

Se expresión se tornó más dura, pero sin perder ese toque de diversión.

—En eso tienes que aclararte.

Isahia & SavannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora