Isahia

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Hoy era el día en el que iría a casa de Thalia. Íbamos a acostarnos, no podía creerlo. Me levanté con un humor diferente, como más animado, porque en realidad tenía muchas ganas de que eso ocurriera.

Nunca me lo había planteado, y era raro porque, ¿qué adolescente no piensa en su primera vez? Pues yo no lo hacía. Estaba tan ocupado pensando que eso llegaría algún día y ni me enteraría que lo olvidé por completo. Y vaya que si me estaba enterando.

Repito, estaba bastante animado, pero no solo por nuestro encuentro de esta tarde. Se suponía que hoy tendríamos una charla de dos horas con una psicóloga que nos haría perdernos un examen. Aunque era una tontería porque ya había estudiado y me lo sabía todo.

Vi a Thalia al final de pasillo. Hoy estaba más guapa que nunca, ignoré el hecho de que aún así mi corazón no palpitó como el de una persona enamorada, y me acerqué a ella.

La cogí de la zona baja de la cintura y la besé uniendo mi lengua con la suya. Normalmente eso me lo hacía ella a mí porque me seguía costando hacer esas cosas.

Me miró sorprendida, pero sin duda muy agradada.

—¿Y eso?

Y esta vez fue ella quien se acercó a mí, me besó con mucha más intensidad.

—Ya verás esta tarde. —Susurró en mi oído. Jenna estaba cerca de nosotros, esperando a Thalia para entrar a clase. Nos estudió con una sonrisa extraña.

La piel se me erizó al escucharle decir eso.

Corrí escaleras arriba hasta mi clase, y encontré a casi todos los alumnos alrededor del profesor, quejándose. Por su puesto, quien seguía en su silla era Savanna y Anne.

—Cada segundo que perdemos es uno menos para el examen. Sentaos y hacedlo, no hay más remedio. La psicóloga no ha podido venir hoy, pero mañana estará y podremos dar la charla.

—¡No te jode! —se quejó uno de fondo.

Jeff al verme se me acercó con gesto irritado.

—El examen es hoy.

—¿Por qué? —Pregunté alarmado.

—La charla es mañana. La psicóloga ha faltado y ahora todos nos jodemos.

¿Eso puede pasar?

Volvió a reunirse con el resto y yo me senté en mi sitio, saqué un bolígrafo y esperé a que me repartiera el examen.

El profesor, al verme, le dijo al resto que se sentaran. Cedieron, y en completo silencio, estuvimos la hora entera haciendo la prueba.

No me resultó muy difícil, y además nuestro superior me dejó marcharme. Antes de irme le eché un vistazo rápido a Savanna con interés, quería saber si seguía con la cabeza encima de la mesa. Y no me había fallado.

Vi a Tara frente a su taquilla, hablando por teléfono con alteración. No quise acercarme, pero al verme sus gestos se volvieron más exagerados, después colgó y me sonrió.

—¿No tienes clase?

—Ya he terminado el examen. —respondí fijándome en su pinta labios—. ¿Y tú?

—Estaba hablando con mi ex. Es gilipollas.

—¿Tenías novio?

—Allí sí. —Contestó con repugnancia—. Que quiere volver dice, ahora que estoy aquí, ¿es gilipollas o no? Le dejé bien claro que no quería saber nada de su puta cara.

Respiró hondo cerrando los ojos. Me hizo una pizca de gracia pero mi expresión no cambió, siguió neutra. Me cogió del brazo rodeándolo con el suyo y me cambió de tema como si nada. Supuse que nos estaría llevando a la cafetería.

Isahia & SavannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora