Parte 11.

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–Sehunie, hagámoslo, ¿de acuerdo? —dijo Jongdae sonriendo dulcemente.

Sehun puso los ojos en blanco y sacó un par de pistolas, dirigiéndose a la oficina correcta a través de los largos laberintos de los corredores. Sería un poco difícil llegar a una persona que de una u otra forma tiene que ver con el gobierno y, por lo tanto, con la escuela misma. Pero, ¿a ellos qué les importaba? El pedido llegó, así que debían cumplirlo.

Los muchachos se movieron rápidamente a lo largo del extenso corredor, usando silenciadores, y Sehun usó todas sus habilidades de combate cuerpo a cuerpo. Kim no pudo evitar admitir que el más joven era realmente bueno en eso. Y lo más extraño, ni un solo músculo se contraía en su rostro. Mientras que una enorme sonrisa no se caía de la cara de Kim. Uno por uno, fueron cayendo y ahora el camino hacia la persona adecuada se volvió más abierto.

–¿Cómo pueden estos guardias ser tan débiles? En serio, ¿de qué sirve contratar aficionados para protección? —Jongdae estaba indignado con el grupo de guardias que habían corrido hacia los sonidos de disparos y otros ruidos.

Se detuvieron decidiendo qué camino tomar. De repente, un guardia de seguridad salió corriendo por la derecha, sacando sus armas por el camino, pero antes de que pudiera sacarlas de la correa de seguridad, Jongdae golpeó el ojo del hombre con un disparo certero y cayó al suelo, vertiendo una alfombra de sangre.

Sehun miró al hombre mayor, quien, a su vez, seguía sonriendo. Ladeó la cabeza a un lado con desconcierto, preguntándose cómo a este tipo lo hacía tan feliz matar personas.

–Finalmente comencé mi negocio favorito. Bebé, estoy tan contento.

Kim abrazó al chico sorprendido y casi le rompe las costillas. Sehun de alguna manera se contuvo para no romperle la mandíbula luego de que lo soltó.

Mientras el rubio trataba difícilmente de abrir la puerta de la oficina, Kim la abrió con un disparo seguro, apretando la pistola entre sus manos.

–Hola a todos. —sonrió y se adentró en el lugar.

Un hombre asustado estaba sentado en un sillón, sus ojos recorrieron rápidamente la habitación, buscando la forma de retirarse. Incapaz de encontrar una solución más lógica, decidió intentar escapar, pero Jongdae disparó al lado de su cara, rosando ligeramente su oreja, haciendo que el hombre presionara la parte lesionada, doblándose del dolor.

–Oh, vamos. No es tan doloroso. —Kim se acercó, sentándose sobre la mesa, girando la pistola en su dedo.

–¿Por qué viniste? —preguntó el hombre con los dientes apretados.

–No te necesitamos, y tu vida no nos importa, sólo necesitamos una unidad flash USB.

–¿Qué tipo de unidad flash?

–No juguemos. Si quieres vivir, dánosla. Un hombre con el que tienes un contrato de armas ilegales te la dio. Si la conseguimos, nos iremos de una manera amistosa. Y, tienes que prometer que no actuarás tan imprudentemente, sino, perderás tu vida.

Jongdae continuaba sonriendo, sentado sobre la mesa, y el hombre, finalmente, lo miró a los ojos. Después de dudar un poco, abrió el cajón superior de su escritorio con una llave, sin soltar su oreja herida, sacó una pequeña unidad de memoria USB y se la entregó.

–¿Ves que fácil era? Y tuviste tanto miedo. —Jongdae se levantó y le dio unas palmaditas en el hombro.

Tan pronto como el hombre se apartó de la mesa, una fuerte alarma sonó.

–Que bastardo. —dijo Kim, dio un paso rápido hacia la salida, agarrando a Sehun detrás de él— Vamos, querido, no somos bienvenidos aquí.

Después de un rato, se escuchó el sonido de las sirenas de policía y pasos en el pasillo. Kim maldijo en voz baja. Necesitaban salir más rapido, de lo contrario, sería malo.

ESCUELA DE ASESINOS (Traducción) | ChanBaek Donde viven las historias. Descúbrelo ahora