Capitulo tres
-Todavía la tiene –dijo, débilmente, mientras miraba con ojos abiertos la pequeña medalla que sostenía en la palma de su mano, todavía tibia por el calor de su cuerpo.
-Todavía la tengo –contesto, con un sonido ronco.
Maravillado, Yuuri busco el alma en sus ojos claros. Contuvo el aliento, sin atreverse a ir más deprisa de lo debido y buscar significados ocultos y estúpidos en este hecho, aunque seguro al mismo tiempo de que tenía que significar algo el hecho de que Victor conservase la medalla que le había dado hacia tanto tiempo. Era todo lo que podía hacer en lugar de reírse a carcajadas y abrazarlo.
Un aura indescriptible de alegría, dolorosamente dulce, se extendió por su pecho y ascendió hasta sus ojos nublados.
-Le dije que funcionaria.
Victor le dedico una sonrisa avergonzada de niño pequeño y bajo los ojos.
Por un momento, pudo estudiarle bajo la encantadora luz de las velas. Su rostro era más angular de lo que había pensado, palidecido por la pérdida de sangre.
Sus ojos eran aún más penetrantes, más cautelosos que nunca y con unas líneas de ansiedad en los parpados. Tan maravilloso como siempre, penso, aunque no tuviese muy buen aspecto. Estaba demasiado delgado, con una mirada demasiado intensa, como de desasosiego.
-No está comiendo bien –le reprendió con suavidad.
Victor se encogió de hombros al tiempo que mascullaba una negación.
Yuuri sabía que algunas veces se quedaba sin comer, imponiéndose ayunos como parte de su cruzada por conseguir la perfección. Se esforzaba constantemente, apilando una gloria tras otra, como si, en el fondo, no creyese que podía ser lo suficientemente bueno. Esto era algo que le rompía el corazón.
Yuuri penso de nuevo en la ira que había descargado contra Michele y se preguntó si esa tormenta en su interior no era sino una armadura de fría invulnerabilidad, el orgullo con el que ocultaba un profundo sufrimiento.
Bueno, al menos había cambiado de idea y estaba dejándolo que le curase la herida, penso con determinación. Era un comienzo.
Dejo caer de nuevo la medalla sobre su pecho y se inclinó para besar su frente ligeramente antes de levantarse.
-Ahora mismo vuelvo –susurro, y fue a coger el agua hirviendo.
La vertió en dos baldes. El vapor caldeaba su rostro. Traslado los baldes junto a la silla y se lavó las manos a conciencia, sin hacer caso del dolor que le producía mojar el roce de su dedo herido con el anillo.
Hizo un intento por sacar el anillo de su dedo, pero la sortija de oro se había desfigurado con el golpe. No había tiempo para eso. Yuuri se volvió en dirección a su paciente.
-Ahora, echemos un vistazo. –Con los pies descalzos, dio unos pasos hacia la izquierda para ver la última herida que su coraje y lealtad le habían costado.
Su piel suave y pálida tembló con la primera caricia, como si le hubiese hecho cosquillas. Yuuri le toco con firmeza, un poco para anular la involuntaria respuesta y otro poco para ocultar su propia reacción al contacto de ese esculpido cuerpo.
Su piel era cálida y suave como el terciopelo. Sus músculos era como el acero y hubiese querido, penso Yuuri, tener cualquier excusa para poder explorarlo a placer. Su pecho duro y compacto lo hipnotizaba. La curva de su garganta lo seducía por completo. No pudo resistir la tentación de pasar lentamente una mano por los músculos de su brazo de lado al hombro herido.
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El príncipe
RomanceEl hermoso y sensual príncipe Yuuri está enamorado de Victor Nikiforov, su protector y hombre de máxima confianza del rey. Pero Victor no cree merecer el amor del joven.