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La cara de molestia que tenía Arthur no era por el calor o por el parloteo incesante de Merlín recordándole que los exámenes estaban por llegar y debía estudiar, solía pasar por alto esas advertencias como si no le hubiesen sido dichas, la amargura que le revolvía el estómago era aquella chica de ojos chocolate y piel morena que no cesaba de coquetear con él, se sabía que ambos se habían besado durante la fiesta del sábado pasado y las suposiciones de que por fin la aclamada pareja entre la líder de las porristas y el capitán del equipo de fútbol estaría junta no se hizo esperar, incluyendo a la ilusionada jovencita que, literalmente, estaba pegada a él cada hora posible en el instituto avivando los rumores. Escuchando las quejas de Merlín revueltas con su situación actual no pudo más que suspirar y tirarse sobre las piernas del joven provocándole un ligero sonrojo, las cosas solían ser así, Arthur se estresaba y corría hacia Merlín, este para él era como algún tipo de calmante.

-No escape para escuchar tus sermones Merlín- le reclamó, tampoco era como si su querido amigo supiera sobre el suceso, el rubio observo como su compañero torcia la boca con disgusto- ¿Qué?

-Dijiste que no lo harías más- se quejó el pelinegro.

-Digo muchas cosas- le respondió Arthur sonriendo. La sonrisa se convirtió en carcajadas cuando un cabreado Merlín apartó sus piernas bruscamente dejando caer la cabeza rubia en el pasto- vamos Merlín, sólo era una broma.

-Imbécil...- se limito a susurrar con molestia Merlín, estiró sus piernas nuevamente y el rubio una vez más se recostó en ellas- ¿Qué fue esta vez?

Arthur paro de reír.

-Algo ocurrió con Guenivere y ahora piensa que me interesa.

-¿La mejor amiga de Morgana?- El rubio asintió con la cabeza -¿Y qué piensas hacer Arthur? Sabes que si das un paso en falso Morgana te desollara vivo.

Arthur miro a la nada un instante, sabía que si por lo menos no tenía la cortesía de simular que pensaba Merlín terminaría enfadandose con él, además de que tenía razón, la pelinegra podía ser una verdadera bruja a veces. En la escuela solía recordarse una anécdota nada graciosa que involucraba a un joven alzandole la falda a Guenivere y el increíble misterio de cómo apareció colgado del asta en ropa interior a la mañana siguiente, si, era una mujer de temer. Sin embargo aquello parecía no mostrar ningún impedimento para que Arthur no pensara en encontrar una pronta solución que no rompiese el corazón de nadie, a Merlín le bastó con sólo mirar los ojos del rubio para saberlo.

-No te esfuerces, sé que no piensas en nada- suspiro resignado el moreno- sin embargo no llegues a quejarte conmigo después, idiota.

-No seas una chica, Merlín.

Sin embargo Arthur lo sabía, si no arreglaba eso pronto Morgana metería su cuchara y podría terminar hasta casado con la morena, y no era que Guenivere fuera mala, si buscaban bondad en el diccionario probablemente su foto adornaria una página entera, simplemente no la consideraba la persona con quién pasaría más de un mes, mucho menos el resto de su vida. Merlín paso sus dedos por las hebras doradas al ver la inquietud de Arthur.

-¿Si le pedimos ayuda a Freya?- sugirió Merlín como última opción, podía enfadarse con el rubio mas no podía dejarlo solo por más tonto que fuese el problema, Arthur lo miró con disgusto -Sólo es una sugerencia, no tienes porqué mirarme así.

-Sabes lo que pienso al respecto.

Merlín no intento aportar nada más, no le gustaba cuando el rubio se ponía castroso y aún así se daba los aires de exigirle que no se comportará como una señorita.

-Ya me tengo que ir príncipe patán- aviso Merlín dando pequeños empujes al rubio con las manos.

Arthur se abrazó a la cintura del pelinegro, sabía que era una conducta infantil, pero no quería que se fuera cuando era claro que aún lo necesitaba, enterró la cabeza en su estómago sintiendo como Merlín daba un pequeño brinco. Después de unos segundos el moreno se tiró de espaldas, era inútil luchar contra su amigo cuando quería algo. 

No se movieron, Arthur afianzó su agarre en Merlín, lo aprisionaria tanto tiempo como le fuera posible. Merlín coloco una de sus manos entre el cabello de Arthur.

-Gaius se va a molestar- comento Merlín.

-Gaius ya está molesto- ambos jóvenes se sentaron de golpe, mirando al hombre de pelo cano frente a ellos- tu padre me llamo Arthur, de nuevo saliste a hurtadillas- el rubio alzó los hombros sin culpa alguna- y tú Merlín hace diez minutos que debías estar en tus prácticas.

A diferencia de Arthur el rostro del pelinegro adquirió un brillante tono rojizo, muy común cuando se sentía abochornado, el rubio aguanto la necesidad de reír cuando su amigo comenzó a balbucear. No fue para menos el zape que le propinaron después. 

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