CAPÍTULO X - Pensé que la amistad era real

126 23 18
                                    


Cuando desperté me encontré con un rostro familiar, tan familiar que lloré instantáneamente por lo cruel que resultó ser mi mente contra mí haciéndome ver estas cosas. Tomé su mano y se sintió tan real bajo mis dedos que me dejé llevar y la rodeé con mis brazos hecha un mar de lágrimas.

Mi corazón saltó y se aceleró ante lo que podría ser este momento si fuese cierto lo que mi cabeza me dejaba ver.

― Laura ―le dije en llanto―. No sabes cuánto los necesito aquí conmigo.

Sus dedos pasaron por mi cabello, peinando un poco el desastre que había llegado a ser, podía sentirlo todo. Todo.

Me separé unos centímetros de ella y levanté la mirada a la suya. Sus ojos brillaban llenos de lágrimas y me sonrió. Se veía exhausta.

― ¿Laura?

Asintió feliz y me abrazó.

― No tienes idea de la travesía que hicimos para llegar a ti. Jaimie estará contento.

― ¿Jaimie está aquí? ―pregunté confusa―. Pero... Ustedes estaban a salvo.

― No podíamos dejarte atrás, Erin ―dijo, y luego acentuó―. Jaimie no podía dejarte atrás.

Sopesé sus palabras por unos momentos en silencio. Y vi alrededor.

Junior estaba atado de manos y pies a la cabecera de la cama, al igual que otro chico, su mano derecha reconocí. Mella estaba hecha un ovillo en la esquina, balbuceando repetidas veces que no debió haber hecho esto.

¿Hacer qué?

― ¿Qué está sucediendo, Laura? ―le pregunté―. ¿Dónde está Jaimie?

Sus ojos se desviaron a la puerta y regresaron a mí, pero no respondió. Los nervios treparon mi cuerpo por dentro, desde la punta de mis pies hasta instalarse en mi nuca como un mal presagio, un mal augurio del cual no quieres enterarte, pero es inevitable.

― Jaimie no sabía qué hacer ―dijo nerviosa―. Él te vio así, estabas inconsciente... Te ves bastante mal, Erin

― ¿Dónde está?

― Está...

La puerta se abrió de par en par y lo vi. Mi capitán entró como un demonio oscuro a la habitación, pero no me vio a mí. En sus manos llevaba empuñado un cuchillo de carne bastante grande y sus pies se movieron con agilidad hasta un Junior recién despertado, se dejó caer frente a este y antes de poder siquiera decirle algo, llamar su atención o entender qué estaba sucediendo... Jaimie enterró la hoja de acero inoxidable en el estómago de Junior. La sangre brotó de la herida y al poco tiempo también de su boca, haciéndolo regurgitar con sonidos guturales que me dieron náuseas. Por largos segundos el silencio inundó las cuatro paredes que nos contenían, mientras ellos dos se miraban fijamente a los ojos.

Como pude me puse en pie, algo tambaleante aún, y avancé.

Jaimie le sonreía al ya moribundo agresor. Lo disfrutaba.

― ¿Jaimie?

Él giró sorprendido, pues claramente no se esperaba mi voz, su conciencia se encontraba al cien por ciento con la imagen delante de él, y no existía más el mundo a su alrededor.

Cuando su mirada se enganchó con la mía, mi mundo se vino abajo. Quise tenerlo, quise abrazarlo, besarlo... Quise amarlo.

― Erin ―se levantó como alma que se llevaba el diablo y sus manos inmediatamente acunaron mi rostro.

Una Mente Perdida (Esquizofreniac #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora