CAPÍTULO XI - Una salida

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― ¡Erin!

La tierra seca lastimaba mis codos a medida que avanzaba a rastras y saltaba nerviosa con cada detonación cerca nuestro. Varios metros logramos cruzar cuando los gritos nos hicieron saber que ellos ya habían alcanzado a los primeros uniformados. Ellos ya estaban ganando.

El remordimiento se posó en mi interior como hiedra venenosa, sabiendo que había dejado a mi mejor amiga detrás de mí, la había abandonado en el caos, en una situación de la que probablemente no saldría con vida.

Pero sabía que había hecho lo mismo conmigo.

Lo sabía aún sin tener la confirmación del resto.

Lo sabía por la mirada de Anna. Esa persona frente a mí no era mi mejor amiga, no era la persona que más adoraba en el mundo después de mi familia, después de Santi.

Anna había muerto para mí.

― ¡Erin!

Aún podía seguir escuchándola a mis espaldas gritar mi nombre.

― ¡Vuelve!

Su voz aún hacía estragos dentro de mi pecho. Y dolía.

Pensaste que aún te quedaba alguien en el mundo.

La voz no me hizo una pregunta, me afirmó algo que hundió mi corazón en la miseria y también me hizo aceptar algo aún más importante. Lo que acababa de decirme era mentira, pero solo en ese momento fue que lo supe. Al escucharlo decirme esas palabras por fin acepté la realidad como era.

― Estás equivocado ―le dije―. Te tengo a ti.

― Erin, levántate.

Jaimie sujetó mi brazo con fuerza, elevándome en el aire hasta ponerme de pie cual muñeco de trapo. Salté ante otra detonación. La última de ellas.

Las llantas rasparon la tierra y chirriaron lejos, dejando detrás una escena repleta de sangre y muerte. Volteé a tiempo para verla por última vez, su cabello ondeaba fuera de la ventana mientras veía en nuestra dirección. Parecía molesta. Parecía realmente molesta.

― Vamos.

Carlos encabezó a trote ligero adentrándonos en la protección de los árboles tupidos y pronto la oscuridad nos envolvió con un abrazo mortal del que no podríamos escapar esa noche.

¿Acaso iríamos a ser capaces de sobrevivir? La verdad... Lo dudaba demasiado.

Erin.

― Ahora no, por favor ―supliqué en susurros.

Sabes lo que tienes que hacer ―siguió―. Lo sabes.

Me alejé un poco de los chicos para evitar ser escuchada.

― No puedo hacerlo ―le dije a la voz―. Es una estupidez.

Pude escuchar su risa acariciar mi oreja como si se tratase de una brisa caliente.

Lo dices ahora, pero ya verás que no hay otra manera. Ya verás que es la única forma.

Abrí mi boca para responder, pero las ramas que se movieron a mi lado hicieron que me detuviera en seco. Mi cuerpo se congeló en el lugar, con los ojos puestos sobre los arbustos delante de mí. Varios metros adelante, Jaimie se percató de mi ausencia y quiso regresar, pero levanté mi mano advirtiendo el peligro. Se detuvo también.

Carlos y Laura estaban un poco más lejos viendo a los lados con cautela.

El viento se detuvo y el silencio resultó ser abrumador.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2018 ⏰

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Una Mente Perdida (Esquizofreniac #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora