CAPÍTULO VII - Reencuentros PARTE 1

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― ¡Hey! ―alguien gritó a mi lado―. Está despertando.

La luz entró con fuerza cuando abrí los párpados. El escozor resultó ser insoportable al punto de hacerme sisear y estrujarlos con más ímpetu del que debí, pues ahora me dolían aun más. Una pequeña ventana con rejas oxidadas me dio la bienvenida a un lugar que conocía, ya había estado ahí. Solo que nunca pensé que lo vería nuevamente.

Era la habitación de Laura, en el complejo petrolero.

Un hombre fornido, cuya complexión intimidaba, entró como alma que se lleva el diablo.

― ¿Junior? ―susurré aterrada ante su sorpresiva presencia.

Su mirada inspiraba odio, era como si sus ojos estuvieran a punto de salirse de las cuencas. Instantáneamente, y por instinto, me aferré al colchón debajo de mí, sentándome con tanta rapidez que el mundo me dio vueltas.

Me dedicó esa sonrisa torva que tanto llegué a detestar con el tiempo.

― Bueno, pero ¿qué tenemos aquí? ―lucía más curtido por la vida. Ropa rasgada, uñas negras y un aliento a cadáver que podía oler a pesar de encontrarme a dos metros de distancia.

― ¿Qué estoy haciendo aquí? ―reclamé la razón de mi secuestro.

Él me dedicó otra mueca de victoria, quería hacerme saber que era suya a partir de ese instante. Pero no se la pondría fácil. Primero muerta que ser su propiedad.

― Asumo que el gran capitán no está contigo ―dijo con desdén en su voz. Echó una rápida mirada a mi cuerpo de arriba abajo y se detuvo en mis pechos, lamiéndose ligeramente el labio inferior. Corrí mi brazo para taparme un poco, la camisa que llevaba puesta estaba tan rota que se podía ver más piel de la que acostumbraba a mostrar. No recordaba cuánto tiempo la llevaba encima, nunca me preocupé por buscar algo un poco más nuevo.

Pero sus ojos me hicieron sentir completamente desnuda.

― ¿Cómo llegué aquí? ―rió.

― Mella, cuida de ella. La quiero lista para entrada la noche.

Diciendo eso, se acomodó el cinturón de su pantalón y salió por donde entró, dejando que un escalofrío recorriera mi espina dorsal.

¿A qué se refería? ¿Lista para qué?

Miré a la chica a mi lado, cuya expresión de tristeza no me generaba mucho ánimo que digamos.

― ¿Eres Mella? ―le pregunté, solo para iniciar algún tipo de conversación.

No podía decir si era de los buenos o no, pero debía intentar acercarme aunque sea un poco, ver si estaba de mi lado o si podía llegar a estarlo el día de mañana.

Mella me vio con esos ojos grandes y llenos de información que quería soltar, pero no podía. Eso era algo que me decía que su alma no estaba condenada a Junior y su pensamiento dictatorial.

Asintió en silencio a mi pregunta.

Miré la habitación unos segundos, recordando la última vez que estuve ahí dentro. Fue el día en que aquel esquizofrénico se subió sobre mí, cerrando su boca en mi garganta. Recordé las manos de Jaimie viniendo a mi rescate y una mezcla de felicidad con tristeza se afianzó en mi pecho. Necesitaba de él, quería verlo. Seguramente en ese momento estaba con su hermana y amigos, los pocos que le quedaron al final. Capaz se encontraban comiendo en una gran mesa, todos limpios y frescos. Tranquilos.

Una Mente Perdida (Esquizofreniac #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora