Parte 2: La llegada de Max

8 0 0
                                    

20 de mayo

Hoy amaneció muy helado y yo estaba congelándome,  Gaspar encendió el fuego para poder abrigarnos, menos mal que ayer fuimos a buscar leña. Mientras estábamos desayunando Gaspar me comentó una idea.

~ Temo que nos encuentren, así que he estado pensando en irnos de aquí ~

~ ¿Irnos? ... ¿a dónde? Y ¿en estos momentos? ~

~ Sí, irnos, no sé a donde aún... pero justo en estos momento no, Luci... ~

~ No me refería a eso Gaspar, sino al momento en el que estamos pasando, el Tirano, la ciudad, la gente del pueblo ¡Oh! ~

Justo en esos momentos me acordé de algo.

~ ¿Que pasa Luci? ¿Te encuentras bien? ~

~ Mi hermano, ¿cómo sabrá que nos hemos ido? ¿Cómo sabrá hacia donde nos hemos ido? No, yo no quiero irme, yo me quiero quedar ~

~ Luci tranquilízate. Yo mandaré una carta al regimiento, pero para eso primero necesito pensar adonde nos vamos a ir y también para eso necesito caballos, no es fácil conseguirlos... y son muy caros...~

Gaspar se quedó pensando para sí, pero yo ya sabía lo que iba a decir.

~ No Gaspar, por favor no, ¡no me dejes! ~

~ Luci, necesito ir a trabajar, comeremos mejor y podremos huir de aquí. Entiéndelo, es para mejor, para tu bien ~

~ ¡No, no quiero entenderlo!, no quiero quedarme sola, además ya nadie abre sus locales, no te ofrecerán trabajo ~

~ Luci, por favor no empieces, mañana bajaré a la ciudad y trataré de conseguir trabajo. No hay más discusión ~

Ya no podía seguir discutiendo con él, ya había tomado la decisión.

22 de mayo

Gaspar ha conseguido el trabajo que tanto quería. Trabaja de ayudante en una taberna, me dijo que el dueño apoyaba al ejército que se está formando para enfrentar al Tirano. Se va por la mañana pero regresa antes del atardecer, son cuatro veces a la semana, hoy es su primer día, ahora está en el trabajo y estoy un poco nerviosa, hace mucho frío y hay mucha neblina y es muy espesa, tengo miedo de que después no pueda regresar a causa de la poca visibilidad, pero me mantendré tranquila por mi bien, si no quiero que me dé un ataque de nervios y termine llena de pánico. En estos momentos en los cuales me encuentro sola, no sé qué hacer. Podría hacer el aseo, ordenar un poco la casa, pero ¿después qué? Detesto la soledad. Pero sería muy egoísta de mi parte no dejar a Gaspar libre, no dejar que trabaje solo por un miedo mío, y sobre todo si es para un beneficio y nuestro.

25 de mayo

Hace dos días ocurrió algo. No sé si es bueno o malo. Describiré todo tal cual pasó.

Esto sucedió por suerte cuando Gaspar estaba en casa, era uno de esos días en que no tenía que ir a trabajar.

Estábamos a punto de almorzar, esperaba a que regresara Gaspar del huerto con verduras para la ensalada, cuando escuché un ruido proveniente de la puerta, primero, pensé que era Gaspar, pero él llegaría y entraría, así que no quise abrir, me alejé de la puerta y me fui hacía la cocina, en ese momento algo de la ventana cayó, era un bolso negro, y luego de eso, una persona entró por la ventana. 

En ese momento lo único que pensé fue: ¡van a invadir nuestra casa!

Por un momento me quedé paralizada y después me puse a gritar y me puse a lanzar cosas en defensa. La persona que entró era hombre, alto y delgado, cuerpo atlético, piel morena que daba a entender que ha sido quemada por el sol, de pelo más o menos largo como una pequeña melena color azabache, vestía pantalones negros con una camiseta que al parecer era blanca, ya que estaba mugrienta, y calzaba un tipo de botas, más bien, unos bototos negros. Atado a su espalda tenía un morral lleno de flechas y un gran arco.

Historia con un título en esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora