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Se había levantado temprano un sábado por la mañana, su cuerpo ya no daba para más horas de sueño, restregó con sus dedos sus ojos, acostumbrándose a la claridad para mirar a la cama a su lado, completamente vacía y bien acomodada.

Supuso que Yoo salió a explorar la ciudad sin él, se sintió traicionado por unos segundos. Hasta que cayó en cuenta que justamente ayer, luego de irse a pasear, compraron unos helados y, un moreno llamó la atención de KiHyun, ambos intercambiaron números. Soltó una pequeña risa, sabía que ambos quizá habían quedado para verse hoy, alejó esos pensamientos y se levantó de la cama.

Hizo su rutina diaria en el baño y salió de este, dirigiéndose otra vez a la cama, dónde estaba su celular, revisando si tenía alguna notificación. Y así era, tenía una de Kyun.

ChangKyun🐺
No quise tocar tu puerta,
aparécete en mi habitación
en 10 minutos, es la 220.

El mensaje fue enviado a las ocho de la mañana y ya eran las once de la mañana, de igual manera se dedicó a responder.

Supongo que disculpa la
tardanza, me quedé dormido.
¿Aún me necesitas?

El mensaje fue inmediatamente leído por el menor y el peliblanco dejó el celular para buscar un poco de jugo en la pequeña nevera al lado de la cama.

Su celular sonó, escuchando el ringtone que MinHyuk había colocado, su hermano estaba loco. Tomó su celular en manos y leyó el mensaje.

ChangKyun🐺
Sí, ven.

Le dejó en azul y comenzó a vestirse, poniéndose solamente una camiseta manga larga blanca, unos jeans claros y unos sneakers.

Salió de su habitación con su celular y cerró la puerta de esta, dirigiéndose a las escaleras para ir al lugar destinado.

🍸

Tocó con suavidad la puerta y esperó a que le abriesen. No pasaron ni diez segundos cuando el pelimarrón ya se encontraba en frente del peliblanco.

— ¿Qué necesitas? —Pregunta Heon de manera tranquila mientras le miraba atento.

— Qué me acompañes ésta noche. —Dice encogiéndose de hombros levemente.

— ¿Es una cita? —Pregunta divertido alzando una ceja para ver al menor frunciendo el entrecejo.

— No. Iré a una fiesta y no quiero ir solo. —Dice recostándose en el marco de la puerta.

— ¿Te da miedo? —Pregunta, provocando al más bajo.

— Mierda. Si no quieres entiendo, ¿sí? Puedo despedirte de una jodida vez. —Dice harto y el mayor soltó una sonora risa—. ¿De qué te ríes, idiota?

— Primero, no me digas idiota. Segundo, claro que te puedo acompañar, sólo te provocaba. —Dice intentando calmar su risa.

— Está bien, te veré en el lobby a las nueve. Adiós. —Dicho esto, cerró la puerta y dejó al mayor ahí estupefacto.

— ¿Qué me pondré? —Dice para luego devolverse en sus pasos para decidir que se colocaría para la noche.

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