B

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Elegiste la opción B. Veamos qué sucedió.

Decidiste nadar hasta la ribera, pero el tiburón fue más astuto y presuroso que tú y, en cuestión de segundos, te convertiste en su cena. Luego de un par de mordidas, pereciste en el océano.

Los guardacostas concluyeron la búsqueda por las remotas posibilidades de encontrar tu cuerpo.

Vuelve al caso 2.

Sálvate o muérete ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora