Luego de una mañana exhausta, llegas a tu casa a reposar en tu cama. A los pocos minutos, te da un hambre voraz, por lo que este necesidad hace que te levantes y vayas animoso hasta la cocina a prepararte un aperitivo.
Tu buen ánimo se mantiene hasta que abres la puerta de la cocina y notas algo extraño en la atmósfera. El aire se siente más pesado de lo normal. Comienzas a indagar y, al instante, detectas el origen del olor. Tus ojos se clavan en tu cocina y te percatas con preocupación que hay una fuga de gas que enrareció toda la cocina.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La situación es comprometedora y la opción que elijas puede que te deje en una pieza o termines en el panteón más cercano.
