Capítulo 3

105 18 9
                                    

Lauren

Camila Cabello. El profesor fue muy específico, tengo que hacer todos los trabajos atrasados para ese mismo viernes, al menos tendría la ayuda de una cerebrito. Me dirigía a comité siguiendo las instrucciones de Gutierrez.

A las afueras estaba esa linda chica que había visto el viernes sentada en una banca para desayunar, ¿tendría la suerte de que fuera Camila Cabello ella? De cualquier modo no iba a arriesgarme a preguntar su nombre, me vería estúpida si no fuese. Me asomé a la puerta de comité, balanceándome en el marco de la puerta. Unas manitas tiernas y delicadas me tocaron el hombro. Sin girar el cuerpo, ví de reojo a la dueña de esos frágiles dedos tostados.

―¿S-s-señorita Jáuregui? ―pronunciaron esos carnosos labios. La chica parecía extremadamente tímida.

En un movimiento improvisado, me giré encarando a la sonrojada muchacha. Mi cabello bailó junto a mí. Ella dió un paso atrás.

―Sí, soy Lauren Jáuregui, ¿algo en le que te pueda servir, mi amor? ―Dí un paso hacia adelante, a lo que ella dió dos más, cayendo así sentada en la banca. Si su rostro ya estaba rojo, ahora definitivamente era más intenso.

―E-el profeso-o-or me pidió que te ayudara en álgebra. Soy C-c-camila C-cabello ―dijo casi inaudible, era una chica tan tierna.

―¿Gutiérrez? ―la acorralé recargando mis brazos dejando sus hombros dentro de ellos mientras me recargaba contra la mesa incorporada a la banca. La chica evitó mi mirada a toda costa y apretó fuerte sus labios rosados.

Camila

Ella estaba demasiado cerca de mí, podía sentir el calor de su cuerpo y percibir el olor de la piel de su chaqueta. Sabía que mi rostro estaba terriblemente rojo, pensar en sus ojos me ponía nerviosa, ahora verlos, moriría.

―Bueno ―continuó diciendo Lauren, el olor a menta me inundaba la nariz cuando hablaba ―, entonces dame tu celular.

Sin previo aviso, y sin que pudiera reaccionar, ella tomó de mis manos mi celular, picó la pantalla una y otra vez.

―Ahí tienes mi número ―. Me extendió el teléfono con la palma abierta, tontamente intenté tomarlo a lo que ella estiró el brazo por encima de su cabeza aún con el celular en mano. Era demasiado alta, casi imposible poder tomar el celular. Dí un par de brincos inutiles, cuando me dí cuenta, yo ya estaba pegada a su cuerpo, rápidamente me le separé.

Esbozó una sonrisa triunfal, se acercó a mí y pasó ambas manos por mis caderas, colocando así el celular en el bolsillo trasero de mi pantalón, a la vez que sus labios rosaban mi cuello y su respiración se esparcía por mi piel.

¿A caso ella hacía esto seguido? Mi boca estaba trabada y había un intenso calor en mis mejillas y cuello. Ella se despegó de mí, me dió una última mirada y se fue sin más. ¿Qué había pasado?

Pensé en ello todo lo que restaba de las clases, no pude concentrarme en ninguna. Un par de compañeros me miraron ida, pero por obvias razones, no comenté lo que había pasado con Jáuregui.

Me fui de camino a casa aún más pensativa. De mi mente no salían los carnosos labios de Lauren sobre mi piel y todas las sensaciones que provocó eso en mí; pero vamos, no nos hagamos ilusiones, ella era así con cualquier chica.

¡Por Dios! Casi olvidaba llamar a Jauregui. Saqué el teléfono de mi bolsillo trasero y abrí mi lista de contactos; ahí estaba, en la letra L, registrada con su nombre. Vaya, esperaba encontrármela con un provocativo y vulgar nombre. Quizás estaba exagerando un poco acerca de su reputación. Presione su contacto y mandé un mensaje a su WhatsApp.

No me mientas, princesa. (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora