Camila
―Camila, Camila ―era la voz de mi madre ―que te has dormido en el escritorio, niña.
Me tallé los ojos, uno bien dormido aún viendo a Lauren y el otro a mi madre. Al parecer, lo que viví esa tarde, era sólo un sueño. Era lamentablemente bueno. Desubicada, voltee a mi cama, ahí estaba mi gata mirándome sospechosamente, parecía que podía meterse en mis sueños, sinceramente daba miedo.
Mi madre me dijo que saldrían, justo como en el sueño, ¿coincidencia o destino?
Me levanté de la silla del escritorio una vez que mi madre salió de mi habitación; noté que estaba completamente empapada, tenía que cambiarme los shorts.
Tomé unos pants del cajón de ropa, me senté en el retrete y comencé a limpiarme con papel higiénico, ojalá Lauren fuese quien me limpiara.
Definitivamente, pensar en Lauren Jauregui me hacía daño, pero simplemente imaginar esos ojos viendo los míos... Esos ojos eran de otro mundo. Quería tenerla cerca de mí, quería poder besarla y que me hiciera suy... ¡¿En qué mierda estoy pensando?! Eso sólo fue un sueño, nada más. Una simple necesidad de mi cuerpo, no era nada más que eso.
Bajé a la cocina una vez que salí del baño, abrí el refrigerador y comencé a devorarme una rica manzana (vaya que tenía hambre). El celular vibró en mi cadera, lo saqué del bolsillo y noté que era una llamada de Lauren; mi cuerpo se tensó, sólo veía su nombre de contacto en mi pantalla y no sabía ni siquiera cuál era mi propio nombre. El teléfono se bloqueó de nuevo. Mierda, había dejado pasar la llamada. Ingresé mi pin en el mismo y entré a WhatsApp, para mandarle un mensaje a Lauren y preguntar por la llamada. Apenas iba abriendo el chat cuando salió la notificación de llamada, esta vez no la dejaría pasar.
―¡Camila!―gritó ella apenas contesté la llamada.
―¿Qué sucede?
―Sólo quería ver si estás ocupada, tengo algo de antojo por café ―hizo una pequeña pausa esperando una respuesta de mi parte, yo no podía pensar―. Bueno... Pues espero que eso sea un sí, paso en diez minutos, ¿va? ¡Hasta entonces!
―¡Pero Lau! ―se cortó la llamada.
No tuve tiempo de nada, joder. Le dí otra mordida a mi manzana, y me recargué en la mesa de la cocina... ¡Mierda, tengo que buscar algo que ponerme!
Subí a mi habitación corriendo, me tropecé con un escalón, pero esa era lo de menos. Abrí mi armario, tenía que encontrar algo calientito, la verdad es que estaba haciendo bastante frío. Tomé unos jeans de un cajón, le arrebaté a un gancho un saco tinto, me lo enjarete junto con una bufanda lo más rápido que pude y corrí a cepillarme los dientes. Mientras escupía escuché fuera del baño el timbre de la casa, ¿ya habían pasado los diez minutos?
Me limpié el rostro con una toalla y corrí a abrir la puerta. Ahí estaba ella, tan hermosa como siempre, con esos ojos glaciares que te atrapan. Su ronca voz invadió mis oídos, ocasionando que me percatara de que la estaba viendo muy fijamente. Bajé la mirada.
―Hola ―me sonrió y se acercó a mi rostro para besar mi mejilla, lo hizo con inmensa lentitud, pude sentir su aliento de tabaco, mezclado con un fuerte aroma a menta, sus labios erizaron cada vello de mi piel.
Lauren
¿Por qué tenía que ser tan bonita? Esa nariz sonrojada por el frío me encanta, tenía unos hermosos ojos color madera, quería enredarme entre sus ramas.
―¿Te parece si nos vamos? ―susurré sin despegarme de su mejilla.
Sentí cómo intentó juntar su hombro con su mejilla por la sensación de cosquillas que le ocasioné. Me separé de ella. Tenía la mirada perdida en el suelo, asintió sin mirarme aún. Me dí la vuelta, no quería incomodarla más.
Cuando salimos del patio delantero de la casa, me percaté de algo... No tenía más de $150.00
Con eso no ajustaría más que para un camión y los cafés... Realmente me sentí muy apenada, sé que Camila no está acostumbrada a eso... Sus padres tienen dinero.
―Camila...―dije su nombre y salió vapor de mis labios, el clima estaba demasiado frío. Ella caminaba a mi lado silenciosa, volteó su rostro para ver qué necesitaba ―bueno, no tengo mucho dinero, ¿te parece si usamos un camión?
―Pensé que de cualquier modo tomaríamos un camión, no te preocupes. ―sonrió y me dí cuenta que ella era perfecta, sabía que no necesitaba a nadie más cuando su boca me sonreía.
Tenía sus manos frotando entre sí, seguro que quería ocasionar calor, estábamos a sólo 14°, cosa que en nuestra ciudad no era muy común, pero al parecer había un frente frío.
―¿Tienes mucho frío?―me vió con unos ojos de perrito y asintió.
Me acerqué a su cuerpo.
―La verdad es que no sé mucho de física, pero algo se me quedó y fue acerca del equilibrio térmico.
Se limitó a sonreírme y yo le correspondí. Caminábamos tan de cerca, pero sin que nuestras manos se tocaran siquiera.
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No me mientas, princesa. (Camren)
Fiksi PenggemarLauren es la chica problemática de la que todo el mundo habla; y Camila, la alumna más aplicada e invisble de todo el bachillerato. Al ser el segundo año de preparatoria para ambas estudiantes, Camila decide salir de la rutina, y comer una cucharad...