7. Zaira

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Estábamos en Retiro y mientras la gente corría desesperada por llegar a tiempo nosotros raramente habíamos llegado a horario. Raramente porque aunque Santiago es un obsesivo de la puntualidad y como justamente ese no es un punto fuerte mío siempre termina demorado por mi culpa. De no ser por él, que se ofreció a traerme, seguramente habría perdido el colectivo.

Teníamos todo el tiempo del mundo para despedirnos. De todas formas no sabía si eso era bueno o malo, pero no me desagradaba, nada que implicara pasar tiempo con Santi me desagradaba.

Regresaba a casa gracias al receso de exámenes en la facultad, iba a volver a ver a mi familia después de una par de meses sin verlos que parecieron eternos y más difíciles de lo que creía, aunque los había sobrellevado bastante bien hablar por teléfono y hacer videollamadas no es ni parecido. Imposible imaginar lo mucho que extraño un abrazo de mi mamá, nunca habíamos estado tanto tiempo separadas.

Recorrí con la yema de mi dedo su mandíbula y me perdí nuevamente en sus ojos, mirarlos es como tener un océano en casa. Me fundí en sus brazos y suspiré triste porque no quería separarme de él. Se había vuelto tan importante para mí en este último tiempo que no verlo por unas semanas iba a sentirse como una eternidad. Estaba siendo bastante exagerada pero que difícil estaba siendo alejarme de él.

Sin embargo en otro momento seguramente hubiera estaba más alegre por volver a verlos, pero alejarme de Santiago me estaba costando horrores, sobretodo porque él me hacía olvidar de todas las razones por las que había decidido estudiar en Buenos Aires y dejar Neuquén.

-Te voy a extrañar- hablé sin despegar su cuerpo del mío.

-Yo también te voy a extrañar Zai, pero no seas tan dramática, son 10 días- contestó poniendo una mano en mi mejilla, mirándome fijamente a los ojos.

-Si ya se, pero no tengo ganas de volver, hay cosas que no quiero ver, por eso me fui- comenté refiriéndome a mi ciudad natal.

Santiago conocía la historia, pero no completa y aún no era el momento para contársela, no me sentía preparada porque todavía no había dejado ir por completo a Bianca y aún no sé si algún día voy a estarlo.

Recientemente se había cumplido un año del accidente, todavía me cuesta asimilarlo, es como una herida que por más que pase el tiempo nunca va a cerrar por completo.

Volver a estar ahí, estar en casa, estar en Neuquén, cada rincón de la ciudad me hace recordarla, pensar en cada momento que pasamos juntas. Verla en cada rincón, cada lugar al que voy me recuerda a ella.

-No tenes que volver si no queres- dijo Santiago tomando mi mano para que me relajara.

-Quiero volver porque extraño mucho a mi mamá, mi papá, mis hermanos y mis amigos pero no sé si quiero estar allá- confesé, me costaba horrores hablar del tema.

Apoyé mi cabeza en el hombro de Santiago y suspiré. Por más que gustara la idea él no iba a estar conmigo allá. Tenía que enfrentar la realidad.

-Cualquier cosa me llamas, sea la hora que sea, pase lo que pase, intenta disfrutar de tu familia, yo te voy a estar esperando acá- dijo el rubio tranquila y pausadamente, transmitiéndome una paz que pocas veces había sentido en mi vida.

-Gracias por todo lo qué haces por mi Santi en serio, podrías estar con cualquier chica y estás acá conmigo apoyándome y escuchando todos mis problemas

-Pero te quiero a vos- contestó Santi acercando sus rostro al mío para posteriormente juntar nuestros labios.

Sonreí en medio del beso y me dediqué a mirarlo detalladamente. Era irreal su belleza, su personalidad y todo que causaba en mi.

Después de todo seguía sin entender porque Santiago estaba conmigo cuando podría estar cualquier otra persona (más linda y menos complicada).

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