Hoy me había tocado entrenar a la mañana y tenía la tarde libre, había pensado en pasar la tarde con Zaira y estaba hacia aproximadamente cinco minutos dando golpes con mis dedos al costado de mi celular pensando que hacer, si llamarla o no.
Suspiré algo decidido y busqué su número en mi lista de contactos.
-¿Santi? ¿Te acordaste de mi existencia?- preguntó graciosa cuando contestó la llamada. Sonreí.
-¿Y vos te acordas de la mía?- cuestione de la misma manera. Había sonado como un reproche.
-Obvio que si- escuché el sonido de su risa- pasa que ahora estás en otro nivel y vivis ocupado
-¿Tenes ganas de que vayamos a merendar a algún lado?- mientras hablaba dude un poco, con miedo por su respuesta.
-No es nada con vos pero no tengo ganas de salir a ningún lado hoy- respondió sincera, no era la respuesta que esperaba de su parte pero debía entenderla, no tenía porque tener ganas de estar conmigo cuando yo quisiera. No dije nada, no sabía que contestarle.
-Pero si vos queres podes venir y merendamos juntos en mi casa- agregó después de un rato de silencio de parte de ambos. Volví a sonreír.
-Dale en 20 minutos me tenes por ahí- sin darle tiempo a decir algo finalicé la llamada.
Agarré las llaves del auto, saludé a mi mamá y salí de mi casa. Maneje un poco más rápido de lo normal porque estaba emocionado, siendo sincero ya me había acostumbrado a verla todos los días y la estaba extrañando bastante.
Llegué y estacioné el auto a una cuadra del edificio en donde estaba Zaira porque no había lugar más cerca. Sabía donde vivía porque aunque la facultad no quedaba muy lejos, un par de veces la había traído cuando terminábamos de cursar.
Subí por el ascensor hasta el tercer piso y golpee la puerta de su departamento. Me abrió a los segundos, a simple vista no estaba sonriente y radiante como siempre y estaba en pijama o algo parecido, pero yo la encontraba más linda que nunca.
Me abrazó muy fuerte apenas me vio y supuse que esa era la razón para no ir a merendar a algún lugar, no estaba muy bien.
-Zai ¿qué te pasa?- pregunté cuando se separó de mi.
Cerré la puerta, que a todo esto todavía estaba abierta, y seguí a Zaira, se sentó en la mesa, en donde había dos tazas, algunas tostadas y mermelada. La imité y también me senté. No dije más nada, sólo me limité a mirarla y esperar que ella me contara, no iba a insistir ni a presionarla para que hablara.
-No se, me siento sola acá, extraño a mi familia, mis amigos, mi provincia, todo- soltó por fin. Su voz se quebró un poco y le dio un sorbo a la bebida de su taza para disimularlo.
-Ei, no estás sola acá- hablé intentando tranquilizarla, no quería que ella llorará, no era bueno en esas situaciones -me tenes a mi
Sonrió a medias. Preparé mi café y me quede en silencio porque no sabia que más podía decirle, no soy muy bueno con las palabras.
-Vos tenes tus cosas Santiago, yo no te quiero molestar, siento que no puedo con esto, quiero volver a mi casa
Se la notaba desganada y angustiada. Supongo que cualquiera en su situación en algún momento iba a estar igual, pasar de ver a tu familiares todos los días a no verlos por meses debía ser muy difícil.
-No me molestas Zaira, si soy yo el que te jode todo el tiempo, veni- le pedí, quería que se sentara más cerca mío. Negó con la cabeza.
-No porque si me abrazas voy a llorar y no quiero que me veas llorando- habló suplicante. Terminó de tomar su bebida, puso el codo sobre la mesa y apoyó su cabeza en este.
Me levanté y me senté en la silla que estaba al lado de ella, me miró enojada.
-Dale veni- volví a pedir, acerqué más mi silla hacia ella, la tomé por los hombros, la acomodé en mi pecho y rodee su cuerpo con mis brazos, ella se movió un poco en el lugar.
-Basta Santi- pidió y tiró su cabeza hacia arriba para poder mirarme.
-Sos una muy mala anfitriona, me invitas a tu casa y ni siquiera queres que te de un abrazo- hablé ofendido, intentando que se riera. Esbozó una media sonrisa, era un avance.
-Bueno perdón- dijo alargando la 'e' y jugando con mis dedos -creo que no elegiste el mejor día para visitarme
-Te extrañaba ¿vos no?- interrogué.
Aproveche el momento en el cual dejó de jugar con mis manos y las lleve a su cintura para hacerle cosquillas. Cuando empezó a reírse y a suplicar que parara eso hice, pero en ningún momento se alejó ni se separó de mi y eso me alegraba.
-Yo también te extrañaba- dijo mirándome -hasta que me hiciste cosquillas- agregó.
-¿Así que no me extrañas más?- consulté amenazante llevando mis manos nuevamente a su cintura.
-No- rogó en algo parecido a un grito mientras agarraba con fuerza mis brazos, frenándome.
-¿De verdad estás pensando en volver?- pregunté curioso, de verdad no quería que se fuera, era lindo estar con ella, me hacía bien. Asintió con su cabeza.
-Si, bueno no se qué hacer- respondió pensativa.
-¿Y si yo te digo que no quiero que te vayas?- cuestioné.
-Volvería a analizar que hacer- se sinceró, tu tono de voz sonaba más animado que antes.
Ahora estaba un poco feliz, y yo estaba contento de haber podido mejorar aunque sea un poquito su humor.
-No quiero que te vayas- hablé decidido, junte una de sus manos con la mía y la apreté fuerte. Deje un beso en su cabeza y sonreí, pensando que las palabras que salieron de mi boca podrían retenerla cerca mío un tiempo más.
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En multimedia Katy Amiro (que valga la redundancia es rusa jajaja) siendo algo parecido a como me imagino a Zaira.
Besos💋
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Conocer>> Santiago Ascacibar
Fanfic"-Uno nunca termina de conocer del todo a las personas- me dijo-, ni aun a las más cercanas, padre, madre, hermanos, hermanas, marido, mujer. Siempre hay una zona de cada uno que permanece a oscuras, alejada por completo de los demás. Una zona de pe...