s e i s

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S e i s

Carlos aparcó el coche en frente de lo que parecía ser el estudio de grabación. Nada más salir del coche, una ola de calor me golpeó en la cara. Ahora que lo pienso, fue un error por nuestra parte poner el aire acondicionado tan alto.

Fuera del estudio había bastantes coches con los cristales tintados. Supuse que serían para cuando estuviera repleto de fans. Me quede anonadada mirando la fachada del gran edificio. Probablemente uno de los mayores edificios que nunca he visto.

Noté como Carlos daba un leve golpe en mi hombro, sacándome de mi trance.

-¡Espabila! no estoy dispuesto a llegar tarde. - Genial. El Carlos antipático había vuelto.

En realidad no es que se hubiera ido, pero cuando estábamos en el coche, después de haber cantado juntos, su actitud tuvo un mínimo cambio. Por lo menos no me hablaba tan cortante y tan fríamente. Pero claro está que eso fue antes, el Carlos antipático ya había vuelto, más maleducado que nunca.

Comenzamos a caminar en dirección al estudio. Tardamos unos cuantos minutos. El aparcamiento era casi tan grande como todo el edificio donde vivo.

Llegamos a la entrada del estudio. Decir que era lo más alucinante que he visto en mi vida es quedarse corto. Carlos se acercó al guardia que estaba en la entrada. Se llevó las manos al bolsillo trasero de sus vaqueros y sacó su cartera. Comenzó a buscar algo en ella, mientras fruncía levemente en ceño.

No pude evitar mirar su cara de concentración. Se veía tan adorable. << No pienses esas cosas ______ >> Dijo mi subconsciente. Y por una vez en la vida le hice caso, y dejé de pensar esas cosas sobre el rubio.

Después de un rato, Carlos sonrió y saco, por fin, lo que estaba buscando. Le enseñó el pase al guardia, y este lo paso por una especie de maquina para saber si era verdadero. ¿En serio lo necesita comprobar? ¡Tienes a Carlos delante! Creo que todo el mundo podría reconocer su cara.

Carlos entró en el edificio, yo fui a hacer lo mismo, pero el guardia me detuvo.

- ¿Tiene un pase señorita? - Preguntó.

-No - Mi contesta fue un poco insegura.

-Pues me temo que no podré dejarla pasar.- Dijo.- Sin pase, no se pasa.

¿Qué? ¿Cómo que no puedo pasar?

-¿No hay manera de pasar? - Pregunté esperanzada. 

- Solo se puede pasar de dos maneras. Con un pase, o siendo la compañía de algunos de nuestros trabajadores así como nuestros artistas, y me temo que usted no es ninguno de estos - Contestó - Lo siento señorita.

¿Esto estaba pasando? Había venido con toda la ilusión del mundo a conocer este estudio y al final todo se chafó. Tuve que prepararme en tiempo record y aguantar la mala leche de Carlos para nada. El rubio.... ¡Maldito rubio! Seguro que sabía que no podría pasar y por eso me dejó aquí.

Ese era su plan. Dejarme en la entrada y entrar él. Juro que cuando le vea no se va a librar de mis gritos y reproches.

Caminé hasta las escaleras de la entrada, y me dejé caer en ellas. Tendría que esperar a que alguno de los chicos saliera, o que Ángela saliera para poder marcharme. ¿Podría llamar a Raúl? Si, pero no creo que de con la ubicación del estudio. Está un pelín lejos de donde él vive. Y mi mejor amigo es un poquito torpe, así que las posibilidades de que llegué antes de que los chicos salgan son mínimas.

Saqué mi teléfono móvil y comencé a juguetear con él, esto iba para largo.

***

-¡_____! - Escuché una voz masculina que me llamaba.

Siempre estás ahí → [c.m] aurynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora