I. El refugio

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>> 05:55 am-05/03/2075

>>> Refugio de Stavanger, Noruega.

El silencio inundaba el ambiente, abrí los ojos perezosamente y mire el lecho de la litera de arriba, frote mis ojos y me incorpore, sentía como me dolía todo el cuerpo. Me senté en la cama y asome la cabeza con cuidado para no golpearme con la cama de arriba. Recorrí la habitación con la mirada, todos dormían, fije mi vista rápidamente en el reloj de Dylan, aún era muy temprano. Me levante inquieta y me di una vuelta por el lugar, hasta que mi atención se posó en aquella puerta metálica. "Falta poco...-pensé- pronto serás libre..." No había cosa que anhelara más que la libertad, poder saborear aquello, ir donde me plazca, conocer a otras personas, quizás encontrar el amor, casarme y tener un par de niños. El viejo Charles decía que eso eran sueños jóvenes, que perderían el valor una vez que saliera, "El mundo ya no es como lo conocíamos y nunca volverá a serlo"- decía, había gente que pensaba que solo era un viejo loco, si hubieran escuchado la sabiduría oculta que había en sus palabras...quizás...bueno déjate de tonterías Ellen. Volví a la realidad y mire la puerta, "unas horas más Ellen...solo unas horas más..." – me decía.

Fui al baño y me lave la cara con agua fría y me mire al espejo. Aquella cicatriz seguía marcada en mi mejilla y mis ojos aun reflejaban la escalofriante caída de la bomba. Mi pelo avellanado caía sobre mi rostro tapando algunas de mis facciones y marcas de lo sucedido. Me vestí con mis mejores harapos y salí.

Me senté frente a la puerta a esperar, poco a poco el lugar cobraba vida y los murmullos de la gente cada eran más altos. El sonido que provocaban las cremalleras al cerrarse, los comentarios de la gente, los llantos emotivos de las despedidas, formaba un ambiente extraño. No era capaz de apartar mi vista de la puerta, a pesar de que los demás pasaban por delante. Si me hablaban o llamaban no podría oírlos, pues toda mi atención la robaba la puerta. Algunos rayos rebeldes de sol se colaban por debajo. Recordé cuando era niña y me agachaba tratando de ver que había más allá de esas cuatro paredes cubicas.

Las palabras de Sam resonaban en mi cabeza como una dulce melodía de libertad, a veces sentía que algo me llamaba más allá. Imaginaba como seria ese lugar que tantas me habían descrito en sus historias. "¿Volvería a verlo? ¿Volvería a ver a mi hermano de corazón? –Me preguntaba- ¿Dónde estás Sam?"

Un agudo chirrido me trajo de nuevo a la realidad, haciendo que me encontrase con todo el refugio frente a mí, me levante rápidamente y mis ojos se posaron en la puerta nuevamente.

" Esta abierta..."-murmure incrédula.

Avance empujando a la gente queriendo salir, hasta que un hombre uniformado me paro en la puerta.

- Esperen a mi señal y salgan de forma ordenada hacia el punto de encuentro por favor, una vez allí se les asignara un destino.

La potente luz del Sol me cegaba, aun así no era capaz de apartar la vista de aquel lugar. Unos minutos después nos dieron vía libre y pudimos salir, tal y como nos había dicho aquel hombre. Salí y di un largo y profundo suspiro, una cálida brisa seca me acaricio el rostro. Me sentía viva. Era un espacio tan abierto, tan real, tan natural, ya no había más paredes que me retuvieran más, era libre. O eso creía. Mi gozo no duro mucho. Aquellos hombres uniformados nos agruparon y guiaron como si fuéramos simple ganado hacia nuestro nuevo "hogar" otra cárcel de la que no podríamos salir por nuestra "protección".

- "El mundo exterior es peligroso" –pronunciaban sus labios, pero sus ojos reflejaban otra realidad, reflejaban esclavitud, la esclavitud de un sistema basado en el miedo.

Mire impotente el lugar, no podía creerlo, "¿Dónde esta libertad que tanto anhelaba? ¿Realmente este era el mundo del que me habían hablado?"-mi cabeza discutía internamente, mientras la decepción se cebaba conmigo.

"Corre"-me repetía una y otra vez mi corazón.

Los guardias contaban a la gente que iba entrando en el refugio, yo estaba casi al final de la fila, mire hacia adelante y observe el frio edificio metálico, después fije mi mirada detrás, hacia el cálido horizonte. Comencé a caminar hacia allí, empecé a escuchar como a lo lejos me llamaban ordenándome que volviera a la fila, pero no podía parar. Cada paso aceleraba más, hasta que empecé a correr. Me persiguieron ordenándome insistentemente que parara, pero no podía. Escuchaba sus pasos acercarse tras los míos, pero eso no me detenía.

Escuche un disparo a mis espaldas, sentí como algo me rozaba el hombro a tanta velocidad que ardía. Solté un grito de dolor y acelere el paso, mientras oía como a mis espaldas la gente gritaba asustada. Mis perseguidores no tardaron en cansarse de mí y volvieron a tranquilizar a los demás.

"Soy libre"-murmure alejándome de aquel lugar.


I.A.NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora