Respirar y cerrar los ojos.
Apretarte un poquito más para saber que te tengo aquí, conmigo.
Meter mis manos frías bajo tu camisa y acariciar tu espalda.
Besar tu pecho, tus brazos, o lo que sea, no importa. Solo sé que necesitaba besarte y no me importaba el dónde, solo el cuándo y el cómo. Ahora y con más sentimientos y sensaciones acumuladas que cuando lo había hecho en tus labios.
De verdad, lo necesitaba. Necesitaba sentirme segura, capaz y tus brazos eran la armadura perfecta, la que me hacía falta para afrontar mis miedos. Gracias por consentirme, mimarme, por quererme, a tu manera, pero quererme.
Y es que te prometo que no conozco sensación mejor, que cerrar los ojos cuando me tienes en tus brazos.

ESTÁS LEYENDO
Tinta
Short StoryLas personas somos muy diferentes, pero tenemos miles de cosas en común.