Capítulo 9

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Capítulo 9

          Adam regresó a su hogar, sintiéndose desilusionado por aquello que le había ocurrido con Keyra, aún sin querer darse por vencido. A él no le importaba que ella no poseyese fortuna alguna. ¿Qué le importaba a él si ella poseía alguna dote? Ella era de una buena familia. Y eso le bastaba. Y en aquel instante la admiraba aún más, al ser cautelosa al ocultar sus propios sentimientos. Con un “no le correspondo” todo hubiese sido diferente cuando él le había hablado de sus sentimientos hacia ella. En cambio a eso, había dado la explicación de que no era adecuada para él, que ella no era una buena elección, seguro pensando en su madre y en su deseo de verlo casado con la condesa Carlota. ¿Qué otra explicación podía encontrar a su negativa?  

     Sólo recordar lo sucedido, le hacía que se dibujara en su rostro un brillo imborrable. Sabía que tenía que seguir luchando. Debía romper aquella barrera que ella había puesto entre ambos. Ella era la mujer con quien quería compartir sus sueños. La madre de sus hijos. Y le importaba un bledo lo que lo demás pensaran de su decisión.

— Keyra, te amo y no me daré por vencido… Te haré ver que eres la mejor elección que cualquier hombre pudiese tomar. Eres una mujer maravillosa…— se dijo pensando en ella.

     En ese instante, una sirvienta le hizo entrega de la carta que Andrew le había escrito antes de marcharme al sur de Francia.

— Joven, esta mañana ha llegado esto para usted.

     Él la abrió sorprendido. Era una carta de su querido primo. La leyó después de que aquella sirvienta se alejara de él y lo dejara solo en la biblioteca, lugar en donde él se había ocultado de sus abuelos. En aquella carta él llegaba a enterarse de toda la verdad que su primo había ocultado por dos meses. Y los motivos que le habían impulsado alejarse de Inglaterra.

       Mientras tanto, Keyra se había ocultado de todos en su habitación. No quería hablar de lo que había motivado a Adam a visitarla. Aunque un simple ciego se diese cuenta sin necesidad de sus palabras.

       ¿Tendría Keyra el valor de admitir todo lo que le estaba ocurriendo?

       Sus manos aún temblaban como si ella tuviese frío. Sus pasos mostraban lo nerviosa que se encontraba, mientras recordaba aquella conversación con Adam. 

     Sarah tocó a su puerta y se acercó a ella. ¿Tendría el valor de contarle aquella verdad que a su vez la entristecía?...Lo pensó. Lo mejor no era hablar de aquello.

    
         Pero su hermana no iba a permitírselo. Michelle, Jennifer y los Wilson, al igual que ella, se habían dado cuenta de la actitud de Adam. Y lo que lo motivaba a actuar así. Era ella. Estaba enamorado de Keyra.


— No pretendas quererme engañar… Ya no soy una niña y sé la verdad…Y conozco tus miedos.

— ¡Sarah!

— ¿Crees que estás haciendo lo correcto al alejarlo de ti?... ¡Tú también lo amas!

— Su madre no me aceptara jamás…Y yo…yo no quiero ser el motivo de por qué el discute con ella…

—¿Y crees que eso a él le importa?

—¡Sarah, comprende de una vez que la vida no es de color rosa!

— ¡No soy una tonta!...Y él tampoco. Va a luchar por ti…No se dejara vencer ante tu negativa…Simplemente porque para el amor no hay barreras.

— ¡Sarah!

— Lo amas…


        No obstante, Keyra había tomado una decisión que no estaba dispuesta a cambiar.

       Unas semanas después, decidió rechazar una nueva invitación para ir a la casa de los Wilson. Había preferido salir a caminar sola, hasta llegar a la orilla del río que cruzaba por sus tierras. Se sentó allí. Al mismo tiempo, en que Andrew llegaba a la casa de su buen amigo. Lugar en donde buscaría sanar las heridas de su corazón.

—Tu hermano otra vez me deja mal con condesa Carlota— le expresaba Lady Charlotte a su hija algo molesta, mientras caminaba de un lugar al otro en aquel recibidor—. ¿O es que acaso no le interesa mi preocupación por su futuro?

— Madre, tal vez tuvo que asistir a un compromiso aún más importante.— le expresó Jennifer, sin expresar la verdadera razón de la ausencia de su hermano.

— ¿Un compromiso aún más importante? ¿Cuál?... Sólo se ausenta para hacerme molestar… ¡Qué hijo tan ingrato tengo!... Y tú hazme el favor de no defenderlo.

—No lo estoy defendiendo… Sólo expreso la realidad. Mi hermano ya es un hombre. Tiene compromisos…

— ¡Y una absurda idea de siempre llevarme la contraria siempre!... ¡Qué dolor de cabeza tengo!

— Madre es mejor que descanse… Adam pronto llegara.

— ¿De qué me sirve ahora?... Su futuro no le importa tanto como a mí. Ese matrimonio sería lo ideal para nuestra familia y él lo está echando a la basura…— expresó aún más disgustada—. Ruego a Dios que no sigas sus pasos cuando tu prometido venga a pedir tu mano formalmente.

— ¿El que escogieron para mí cuando era tan solo una niña de tres añitos? —mencionó con cierta ironía, al recordar aquel compromiso. Por desgracia, ella no podía huir de aquella realidad como lo había hecho su hermano.

— No me hables en ese tono, señorita…

— No le estoy hablando en ningún otro tono, madre…Sólo recordaba que desde este instante hasta ahora no he visto al Duque Bewcastle. No recuerdo como es ni siquiera su rostro… E imagino que él tampoco debe recordarse del mío.

Marchándose sin decir adiós (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora