No al plagio
Capítulo siete: Toharu y la Bruja
Sonreí. Por un momento había sentido el pánico invadirme cuando la vi al final de las escaleras; no era tan estúpido como para creer que no había escuchado nada de lo que se habló allá arriba y ahora me regodeaba en lo que su cara reflejaba: desasosiego. Como si estuviera reviviendo lo que mi tía Bella hizo con ella. Y la sonrisa se fue de mi rostro, un estremecimiento me envolvió con fuerza que me costó disimular. Sin embargo, ver que no salía de ese estado catatónico me llevó a preocuparme de verdad. Algo realmente estúpido ya que yo mismo lo había provocado.
—Así que si sabes lo que te conviene tomarás la decisión correcta —indiqué creyendo que no me contestaría, pero sus ojos se posaron sobre mí con la fiereza que tanto la caracterizaba. La que aborrecía.
—No cabe duda que sigues siendo el mismo bastardo de hace años, Malfoy. Aunque he de reconocer que antes te creía lo bastante cobarde como para matar —pronunció con voz neutra, rayando a la frialdad. Pero dispuesta a devolver el daño—. Se me olvidaba que vienes de una familia sedienta hasta los tuétanos de sangre, gente sin escrúpulos a la que no les importa desaparecer del mapa a todo aquel que les haga estorbo.
Con cada palabra que había pronunciado se iba acercando a mí poco a poco; el terror todavía invadía su cuerpo, pero valiente para enfrentar al ser que la atormentaba. Tuve que abrir las manos al percatarme de que las había cerrado en puños, no quería que me corrieran de la escuela por golpear a mujeres —aunque la que tenía enfrente me provocara en todos los sentidos a hacerlo—. Su aliento rozó mi cuello y la vi alzar su rostro para retarme desde su altura.
—Eres patética, Granger. —Cerré más la distancia entre nosotros; había algo en el ambiente tan pesado y atrayente que nos invitaba a golpearnos con palabras, pero también a acariciarnos con nuestro hálito—. Tu sola presencia me enferma, me molesta. De entre todas las personas insignificantes que he conocido en mi vida tú te llevas el premio —susurré tomándola de los brazos, a la altura de su pecho, con fuerza. Quería dañarla físicamente, pero algo me impedía hacerlo—. Te lo dije una vez y te lo vuelvo a decir: tus mejores amigos se han dado cuenta de que no sirves ni para un calentón de sábanas y te están dejando atrás.
Golpe bajo. Así como ella se la pasó vigilándome estas semanas, yo también me dediqué a devolverle el favor y me di cuenta de que el trío dorado estaba fracturado. Era lógico que después de lo que pasó al final del quinto año se distanciaran un poco, pero era una oportunidad que tenía que aprovechar. Sus dientes rechinaban por lo fuerte que los apretaba y antes de que dijera algo la solté y empecé a caminar.
—Y lo dice el hombre al que engañaron durante un año y jugaron con su sucio corazón —refutó con burla ácida; me detuve sin voltear en el pasillo—. ¿Quién es más patético, Malfoy? ¿Tú o yo?
—Hija de perra… —farfullé mientras daba la vuelta para encararla con varita en alto. Sin embargo, la estúpida había desaparecido.
...
Al llegar a las mazmorras un dolor en el corazón me empezó a sacudir. La sangre quemaba en mis venas, era consciente del recorrido que hacía a través de mi cuerpo. Era horrible. La cabeza estaba por explotarme… Casi me arrastré para llegar al despacho de mi padrino, toqué la puerta con poca fuerza y me deslicé sobre esta no pudiendo aguantar mi peso. ¿Qué demonios hacía Snape que no abría? Hice el intento de volver a tocar y caí de frente cuando se abrió la puerta.
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Puros de Corazón
Fantasy«¿Quien dijo que era fácil ser un Malfoy cuando ni tú mismo sabes los secretos de tu familia?» Después de que Dumbledore derrotara a Voldemort en el ministerio, Lucius y Narcissa ya no son capaces de seguir ocultándole a Draco su verdadero origen. Y...