No al plagio
Capítulo veintitrés: Locura I
Estaba ejecutando el plan yo misma para que no hubiera errores torpes a manos de esos estúpidos. La vida de mi Señor estaba en mis manos y no podía ser permisiva conmigo misma; la única pieza que faltaba para traerlo a la vida con fuerza para gobernarla era Harry Potter. Ese bastardo era más escurridizo de lo que pensaba, los mortífagos que tenía infiltrados en Hogwarts no podían acceder a él por culpa de la constante vigilancia de Dumbledore sobre él.
Siempre lo mantenía en su despacho con la excusa de que le estaba dando clases particulares de defensa y era una coartada muy inteligente de su parte; sin embargo, era más que obvio para mí que su segunda motivación era mantenerlo alejado de los alumnos que él sabía que eran mortífagos. Me encontraba atada de manos por ese lado... ¡Mentira! Tenía a la mejor carnada bajo mi poder y, en cuanto Potter viera el estado en el que se encontraba su amiguita, correría a entregarse en su lugar.
—Deja a mi amiga en paz, Bellatrix —dije con burla—. Aquí estoy, a mí es a quien quieres...
Una carcajada estruendosa salió de mi garganta ante tal estupidez del ser humano. ¡Cómo había gente tan banal que creía es las amistades! Mi burla cesó ante un pensamiento que tenía tatuado en mi mente:
—Nosotros somos una raza diferente, mi querida Bellatrix —comenzó mi Lord mientras ordenaba a Nagini comerse a una familia de muggles compuesta por una mujer y cuatro hombres, tres eran solo unos niños que no pasaban la edad de doce años. Disimulé el temblor de mi cuerpo ante tal visión—. No necesitamos esas emociones patéticas como el amor, amistad, honor, lealtad... ¡Nadie actúa bajo esos conceptos! ¡Todas son mentiras que el ser humano tiene para aferrarse de forma tan dramática a la vida! —El hombre mayor fue el primero en caer, sus huesos tronaban ente la fuerza de Nagini al enrollarse en su cuerpo... su cabeza tronó en la boca de dicho animal—. ¿Los ves, Bellatrix? —señaló a la familia; asentí en respuesta, estaba conmocionada con lo que veía—. El muggle entregándose por amor a sus hijos y esposa, vaya tontería, ¿no crees? Al final todos van a morir —terminó con un sonrisa sádica y con el grito de los niños como fondo.
—Esa fue la primera lección que aprendí de tu padre, Delphi —murmuré indiferente, acariciando mi vientre abultado. Un empujoncito fue su contestación—. Por aquéllos tiempos todavía creía en las buenas cosas, ¿sabes? Me dolía ver como morían niños de forma tan cruel... Era débil. Lo ocultaba muy bien frente a tu padre, pero en mi recamara la máscara caía y el terror se apoderaba de mí. Me tomó dos años matar sin una pizca de remordimiento. Lo peor de todo, pequeña Delphi, es que me enamoré del hombre que me obligó a desmembrar a un bebé vivo y que ese hombre es tu padre. Así que haría cualquier cosa por él, cualquier cosa.
Sabía que cuando mi Señor se enterara de mi embarazo tendría dos reacciones: la primera, que es la más obvia, sería intentar matarme; la segunda, que es con la que contaba, sería que lo vería como una oportunidad de continuar con su legado de gobierno.
Había pensado esos meses muy bien cómo decirle sobre la existencia de Delphini y no morir juntas en el proceso. Era un as bajo la manga bastante poderoso que sabía que me felicitaría.
—Me entrenó muy bien, Señor.
*elfitos*lindos*
Bellatrix me había trasladado a las mazmorras que creó en la mansión muggle que había invadido a la fuerza. Por lo menos ya no me encontraba colgada de los pies mientras perdía sangre de poco a poco... bueno, seguía perdiendo sangre con lentitud —pero mortal—. Algo me decía que sus planes habían cambiado. Ojo. No me refería a que su meta cambió sino a la forma de llegar a ella.
—¿Qué estás pensando? ¿Cuál es la razón de mantenerme con vida? Tengo la certeza de que Harry vendrá pronto y sé que sabes que vendrá, me tienes como carnada. Pero ¿por qué estás tardando tanto? ¿Por qué?
Mi mente trabajaba el doscientos por ciento analizando cada pequeño detalle que hubiera notado desde la primera vez que me secuestró. Era como un rompecabezas en mi mente que poco a poco iba tomando forma, pero había algo que hacía falta para poder terminarlo de armar. La desesperación quería hacer mella en mí y guerreaba contra ella; no podía dejarla avanzar, necesitaba tener la mente en blanco para poder concentrarme en lo que tenía frente a mí, pero que no discernía.
—Vamos, Hermione, eres la mente brillante aquí. La que ve lo que nadie... Oh, por Dios. ¡Es inaudito!
La tía de Draco estaba embarazada. Esa era la pieza que me hacía falta, por mucho que la ropa negra estilizara el cuerpo ése detalle era demasiado obvio como para poder ocultarlo por completo.
—Santa mierda.
Era imposible lo que se me venía a la mente ante tal revelación. No conseguía entender qué razón la llevaba a cometer tal perversión, tal crueldad. Bien. Teniendo un panorama más claro de lo que esa maldita mujer quería hacer, debía comenzar a actuar con rapidez.
Según mis cálculos, contaba con catorce horas antes de que Bellatrix tuviera el control completo de mi mente y cuerpo. Así que, mientras llegaba la hora de mi muerte mental, lo que seguía en mi lista de prioridades era hacerles saber a Harry y a... Draco qué haría Bellatrix y cómo debían ejecutar mi rescate. Porque ya llevaban mucho tiempo sin hacer nada y no iba a esperarlos toda la vida, claro que no. ¡Era Hermione Granger, la que siempre salvaba a todos! Por lo que podía salvarme a mí misma.
Observé a mi alrededor, asegurándome de que no hubiera nadie cerca para atestiguar lo que haría.
—Tú puedes, Hermione —me dije—. Sólo concéntrate y podrás hacerlo. No es la primera vez que lo haces.
Me animé a mí misma y me puse de rodilla en medio de la celda. Levanté las manos a la altura de mi pecho con las palmas mirando hacia arriba, cerré los ojos y llamé a la magia que habitaba en mi interior.
Susurré el hechizo con delicadeza y firmeza, teniendo la seguridad de que la magia respondería a mi pedido. No tenía varita, pero nos habían enseñado que ésta solo servía para ser un canalizador del poder —así como Thor con su martillo—; la magia era parte de nosotros y, una vez controlado, respondía a las peticiones de su portador.
Casi sonreí victoriosa cuando me elevé del piso con el wingardium leviosa que pedí. Bajé lentamente al contrarrestar el hechizo, ahora, tocaba la que necesitaba:
—Expecto patronum —declaré con seguridad y la bella nutria se materializó frente a mí. ¡Qué horrible se sentía no poder festejar mi logro a viva voz—: Me importa una cagada de therstal* lo que estén haciendo en estos momentos, porque estando aquí encerrada he hecho más cosas que ustedes -dije con molestia-, como siempre. ¡Toma nota de esto, Harry! Bellatrix ha cambiado todos sus planes de ejecución. Sigue esperando a que Harry y la bestia vengan a ella, pero ya sé el porqué de todo... ¡Es demasiado hasta para ella! Pero la maldita bruja está embarazada y tengo el presentimiento de que tú, Harry, no eres al único que quiere sacrificar esa vieja.
Una de las mujeres que no merecían ser madres.
*elfitos*lindos*
—¡Quiero todo listo para el banquete de bienvenida, señores! Nuestro invitado llegará en cualquier momento y hay que recibirlo como se debe, con una muerte asegurada.
Mi Señor tendría un regreso maravilloso.
...
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Puros de Corazón
Fantasy«¿Quien dijo que era fácil ser un Malfoy cuando ni tú mismo sabes los secretos de tu familia?» Después de que Dumbledore derrotara a Voldemort en el ministerio, Lucius y Narcissa ya no son capaces de seguir ocultándole a Draco su verdadero origen. Y...