Capítulo Xll

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No al plagio

Capítulo doce: Ritual iniciado

Solamente corría sin mirar atrás; pensaba que el anciano en cualquier momento se arrepentiría y me arrebataría a la mujer que llevaba en brazos. No sé cuánto corrí, pero fui consciente de que había entrado a las profundidades del Bosque Prohibido; era como si me llamara a refugiarme en su neblina. Cuando paré me di cuenta de que Granger respiraba con dificultad, su respiración se sentía débil en mi cuello.

—Aguanta un poco más —susurré con mi voz gutural.

Necesitaba encontrar algo que nos protegiera del frío del atardecer y de las criaturas salvajes que habitaban en el bosque; podía defenderla, pero no quería gastar mi energía en peleas innecesarias cuando las tenía que ocupar en ella. Caminé un poco más y encontré un buen escondite en el tronco de un árbol: era un agujero que podía parecer una cueva. Así que arranqué varias ramas de los árboles y las coloqué en la entrada para que nos taparan de los depredadores.

Acosté a Granger sobre una cama de hojas que le hice y tomé la varita mientras me arrodillaba a su lado para empezar a aplicarle hechizos de curación que mi madre me había enseñado en caso de tener accidentes con mis cambios o si tenía una pelea clandestina con un centauro —vaya imaginación de mi madre—. Me relajé cuando su respiración se normalizó. Ahora tenía que pensar cómo sacarnos de ahí sin que ella entrara pánico al verme.

Aunque todavía no me explicaba la estúpida razón por la que mi tatarabuelo me estaba jodiendo con esta broma de mal gusto... ¡¿Cómo se le ocurría emparejarme con la mojigata de Gryffindor?! ¡¿No pudo haber escogido a alguien más?! Sabía que Ginny Weasley me fastidiaba la existencia, pero no podía creer que hubiera algo peor que ella: vincularme con Granger. Tampoco entendía por qué ella le había dicho esas palabras con la seguridad de alguien que se sabía respaldado; me extrañaba la confianza que destiló en su oración.

Y estaba tan metido en mis pensamientos que no me di cuenta del movimiento que estaba haciendo Granger, se estaba despertando. Mucho menos del momento en el que abrió los ojos y me enfocó con rapidez —como si hubiera creído que todo era un sueño—. Fue hasta que sentí su mano sobre la mía que salí de mis pensamientos:

—Granger —paladeé en un suspiro un poco asustado por su posible reacción.

Ignoró mi llamado y jaló mi mano hasta tener mi rostro cerca del suyo; sus manos empezaron a delinear mis rasgos y con cada segundo que pasaba sus ojos se abrían con sorpresa.

—Eres real —dijo en un hilo de voz.

—Claro que lo soy...

—Eso es imposible —carraspeó un poco al tener la garganta seca; me separé un poco de ella para conjurar un poco de agua para dársela. Cuando terminó prosiguió—: La primera vez que te sentí cerca no estabas conmigo. —No entendía a qué se refería, pero lo guardaba para preguntarle a Snape-. Nunca pensé que fueras físico y un... elfo.

¿Por qué no me sorprendía que Granger supiera sobre mí? La maldita bruja tenía que saberlo todo para variar.

—Se supone que la historia de mi familia está protegida y que nadie sabe de nuestra existencia —sentencié con seriedad.

—Tú los has dicho: se supone. Pero solo sé que existen, más no había ningún archivo que hablara con detalle de sus habilidades o apariencia en exactitud. Todas son meras suposiciones —calló un poco para sentarse con cuidado—. ¿Me dirás quién eres?

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