Capítulo XXV

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No al plagio

ADVERTENCIA: Lean con cuidado traté de poner en obviedad quién está hablando. Hay un momento en el que el narrador omnisciente aparece (xD).

Capítulo veinticinco: Final de Puros de Corazón

—¿Pensaste que podías dejarme y no sufrir las consecuencias? —reclamaba Ginny en cada ataque que me lanzaba—. Estás muy mal de la cabeza, Harry, si crees que voy a dejar que cualquiera te tenga y yo no.

—La que está mal de la cabeza eres tú. ¿Qué se supone que estás haciendo ayudando a Bellatrix? ¡Te matará cuando ya no te ocupe!

—Puede que tengas razón, —detuvo sus ataques por un momento; su mirada era analítica sobre mí, sin embargo, su sonrisa era maliciosa— ella me matará cuando ya no me necesite... pero tendré la satisfacción de haber cumplido mi cometido: tenerte solo para mí.

Reanudó sus golpes sin dejarme contestar lo que había dicho. Había algo en ella que no era normal, bueno más anormal de lo que ya era, y no iba a dejarlo escapar tan fácil. Vi de perfil que Bellatrix seguía para en lo alto de las escaleras, tenía su mano derecha en alto y todos los mortífagos estaban en posición de ataque, esperando a que ella les diera la señal para abalanzarse sobre mí.

Estaba completamente solo a simple vista, ¿pero qué estaba haciendo Ginny aquí en realidad? Luchaba contra ella y era obvio que no intentaba matarme, aunque lo había dicho hacía unos minutos, no apartaba su mirada de mí: se estaba divirtiendo. Era una copia de la cara de Bellatrix.

—No lo sabes... —dije tan bajo que no me llegó a escuchar.

Ginny no sabía para qué me quería Bellatrix; abrí los ojos ante la sorpresa de ése pensamiento y los dirigí a la loca mayor. Fue un error haberlo hecho.

—¡Ahora! —gritó la locura personificada, bajando el brazo y todo aquel que trajera el traje de mortífago se lanzó sobre mí con cruciatus. Eran demasiados, no pude detener todos y terminé cayendo al piso víctima de tres cruciatus que me golpearon a la vez—. Dulce sueños, Potter.

...

Caminaba junto a Bella orgullosa del trabajo que había concluido con éxito. Aunque eso no quitaba el nerviosismo que todavía albergaba al saber que Dumbledore y Snape habían hurgado en mi mente días atrás; recordaba vagamente que algo había pasado en el pasillo con Hermione, pero lo que me tenía loca era que Harry se había besado con esa güera oxigenada frente a mí. Él era mío.

—Trajiste a Potter como te ordené, Weasley. A pesar de la reputación de tu familia —me observó con repugnancia—, es bueno saber que todavía corre por sus venas la sensatez y la inteligencia.

Me detuve e hice una reverencia—: Estoy para servirle, Lady.

Nunca la había visto sonreír tanto en los meses que llevaba trabajando con ella. Yo era la que le había dicho que Draco Malfoy traicionaba a Lord Voldemort; no me creyó al principio, pero cuando pasó todo y Voldemort murió supo que yo era una fuente confiable. Me aceptó en sus filas. Mi primera misión había sido traer información sobre Harry e idear la forma de traerlo a sus pies si Hermione y Luna no lo hacían; pensando en la sangre sucia, la idiota apareció frente a nosotros con su semblante ido. No tenía idea de lo que le había hecho Bellatrix ni quería saber.

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