Capítulo Xl

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No al plagio

Capítulo once: Viviendo

¡Estaba desesperada! Cuando Blaise me dijo que él se haría cargo de cuidar nuestra retaguardia para que pudiéramos salir sin problemas del Té de Madame Tupié nunca imaginé que hablara en serio, pero era de esos momentos en los que él optaba una actitud demasiado madura de la normal y solo tuve tiempo de mirarlo a los ojos con todo el amor que le tenía sabiendo que posiblemente sería la última vez que lo vería… vivo. Él afirmó mis sospechas con un silencioso: vive, Pansy.

Así que al darme cuenta de que ya no había nadie a nuestro alrededor decidí salir del escondite:

—Quédense aquí —les dije a los dos Hufflepuff que me había llevado conmigo—. Revisaré si ya no corremos peligro. Les pido, por favor, que no hagan ningún ruido y que si no les digo la contraseña no salgan por ninguna razón. ¿Entendido? —pregunté con preocupación.

A pesar de que eran de sexto año tenía una cierta responsabilidad hacía ellos —mi experiencia con la guerra de hacía meses me tenía alerta—; no quería precipitarme, pero necesitaba asegurarme de que podíamos seguir avanzando sin preocupación aparente. Mi prioridad era encontrar a Blaise. Tomé valor y asentí a los muchachos antes de salir: el frío viento golpeó mi rostro y el silencio le hizo segunda. No había ni un alma viva cerca de nosotros, de todos modos mandé hechizos de percepción por si mi ojo humano pasaba por alto alguna presencia. Al estar segura de tener vía libre me dirigí a los chicos y fuimos rumbo a las carrozas.

No llevábamos un kilómetro caminado cuando un bulto llamó la atención de la joven Hufflepuff. Levantamos las varitas y nos pusimos espalda contra espalda —creando un triángulo— para evitar ser atacados por sorpresa. Yo iba a la delantera… casi muero de la impresión al reconocer la ropa de la persona que estaba tirada en suelo: Blaise. Un gemido ahogado salió de mis labios mientras me arrodillaba cerca de él y le tomaba su cabeza entre mis manos.

—¡Zabini! ¡Por Merlín, no me hagas esto! —sollozaba desconsolada sobre su mejilla—. No puede ser que fuiste tan estúpido como para dejarte matar, Blaise. —No quería creer que me había dejado, me negaba a pensar que ya no formaríamos esa familia que tanto habíamos soñado—. ¿Cómo te atreviste a dejarnos solos?...

—¡CUIDADO! —fue el grito del chico que me hizo voltear hacia la derecha y percatarme del hechizo que venía directo a mí. Había bajado la guardia.

Sin embargo, una silueta negra se interpuso entre mi cuerpo y el hechizo repeliéndolo con facilidad.

—Ha sido poco inteligente de su parte distraerse de esa forma, señorita Parkinson —apuntó el profesor Snape con molestia al tiempo que desarmaba a los dos mortífagos que habían salido de entre los árboles.

—Pro… profesor… Blaise está —empecé a decir.

—Será mejor que guarde silencio y se ahorre las palabras —me miró con el ceño fruncido—. Si no se da prisa en llevar al señor Zabini a la enfermería sí le llorará a un muerto de verdad.

Una sonrisa de alivio se formó en mis labios al captar las palabras de Snape: Blaise estaba vivo. ¡Vivo!

*elfitos*lindos*

Un fuerte y horrible dolor me hizo regresar en mí. El grito que salió de mis labios me desgarró la garganta, pero me obligué a no volverles a dar la satisfacción de escucharme implorar por libertad. Me asqueaba volver a sufrir este tipo de tortura, pero más me asqueaba las miradas que Rabastan me lanzaba; prefería mil veces ser torturada por la mano de Bellatrix antes de dejar que alguno de esos dos bastardos me pusieran una mano encima para algo más que tortura.

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