Secuestro

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—¿Mamá, cuando crees que llegue Papá?— habló la pequeña Mikasa de tan solo 8 años de edad, estaba sentada en la mesa de un pequeño comedor mirando la puerta de su hogar —Su comida se va a enfriar—
—Tranquila hijita, de seguro llega pronto—-la mujer acarició el cabello de su pequeña hija mientras ella le respondía con una sonrisa.

Se escucharon golpes en la puerta, el hombre había llegado siendo bien recibido por ambas. Al fin, la cena pudo comenzar, siendo acompañada por conversaciones de temas triviales.

—Por cierto Mikasa, ¿recuerdas al señor Jaeger?— su padre preguntó con alegría.
—Si, es el que viene cada vez que me enfermo—
—Ese mismo, después de la cena vendrá junto a su hijo... tendrás un nuevo amigo— el Sr. Ackerman terminó de comer y agradeció la comida.

Al rededor de media hora después cada integrante de la familia estaba concentrado en su propia labor, las mujeres hacían un bordado mientras el hombre esperaba a los invitados de hoy. La puerta sonó.

—Deben ser ellos— el adulto abrió la puerta, el sonido de la puerta abriéndose fue acompañado por un golpe, el Padre de Mikasa había caído.
—Pa...papá— la voz de la niña se detuvo al ver a su madre tomar las tijeras de costura y lanzarse contra uno de los 3 hombres que estaban en la puerta, otra vez un cuerpo cayó.
—Idiota, era ella a quién necesitábamos— el hombre del medio le dio un golpe al de su derecha —ahora tendremos que conformarnos con la niña— Mikasa sintió como el hombre la penetraba con la mirada, parecía analizar cada centímetro de su cuerpo —aunque solo es mitad asiática, nos pagarán menos—

Ya atada y amordezada, Mikasa no le prestaba atención a las palabras de los asesinos, mantenía su mirada fija en los cadáveres de sus padres sin demostrar ningún tipo de expresión, una carreta llegó y llevaron a la pequeña de la manera más brusca hacia ella, aún no decía ninguna palabra. Sin saber que hacer y desesperada de poder procesar lo ocurrido, Mikasa se quedó dormida en el camino.

Despertó en una celda para luego sentarse en el suelo, con la mirada buscaba una pista que le dijera en donde estaba pero nada, solo había una pequeña ventana, una cama, un inodoro y viejas revistas esparcidas en el suelo. Se acercó a la ventana para poder obtener un indicio de la situación que la rodeaba, vio casas, luces, personas caminando, todo era normal menos por una cosa, el cielo ha sido sustituído por un manto de tierra.

—Pero es mitad asiática, no encontrará nada mejor por estos lugares, a demás aún es una niña, de seguro podrá cumplir con sus necesidades sexuales por mucho más tiempo ya que le quedan más años de vida— Mikasa pudo escuchar como, en la sala de al lado se estaba llevando a cabo una discusión.
—Yo te pagué por una asiática pura y adulta, no te daré nada por esa niña— la voz parecía pertenecer a un hombre más joven que el anterior —quiero mi dinero de vuelta—
—Sr. Kenny ya hemos gastado el dinero y no tenemos como devolverselo, le ruego que nos dé un plazo consideranble— un disparo se oyó desde la otra habitación —entiendo— al parecer el hombre había salido ileso.

Unos pasos se acercaban a la celda y la niña optó por fingir que dormía, quizás así no le harían nada.

—Yo mismo la despertaré— la puerta de la celda se abrió y se escuchaba al hombre caminar hacia la joven —maldita mocosa— un golpe llegó a la cabeza de Mikasa obligándola a abrir los ojos y soltar unas lágrimas de dolor —despierta de una vez, no viniste aquí a descansar— otro golpe, esta vez en el brazo —¿Si no nos pagarán por ella que debemos hacerle?— miró al otro hombre que aún se mantenía fuera de aquella celda—
—Tengo una idea, el próximo encuentro de «peleas de perros» será en 2 días, como se ve que es débil la pondremos a pelear y apostaremos en su contra, ganaremos dinero fácil como siempre y como morirá en la pelea no será problema deshacernos de ella— acordado esto ambos hombres se fueron dejando a Mikasa sola.

Los días pasaron y llegó la hora de ir a esas «peleas de perros» donde un grupo de delincuentes se encontraban en lo que parecía ser una fiesta, Mikasa iba custoriada por un hombre de alrededor de 35 años quien la dejó en una pequeña jaula para luego unirse a la fiesta. La niña pudo ver como varios chicos de su edad también estaban metidos en jaulas, unos lloraban, otros gritaban pidiendo auxilio, unos estaban calmados y unos pocos reían como verdaderos psicópatas.

—Y aquí están los perros— un hombre entró a la sala de esas jaulas, Mikasa no tardó en reconocer su voz, era el tal Kenny —¿Cuál será tu primera apuesta?— el hombre iba acompañado de un adolescente que miraba el lugar con cara de desagrado.
—Todos son unos mocosos, pérdidas de tiempo— el joven caminaba despacio mirando a cada uno de los niños.
—Te dejo un rato para que decidas, se puede ganar buen dinero con las apuestas— dicho esto Kenny se retiró de aquella habitación.

El azabache miró un papel que tenía en su bolsillo, era el orden de los enfrentamientos.

—N° 12 contra N°45, según esto uno es un novato y hay 0 apuestas a su favor— el chico buscó con la mirada una jaula con el número 45 hasta encontrarla, era la de Mikasa. Se acercó a ella poniendo una de sus manos en los barrotes de la jaula —¿Cuál es tu nombre?—
—Mikasa Ackerman— respondió en susurros que apenas fueron escuchados por el azabache.
—¿Sabes por qué estás aquí?— la niña negó con la cabeza manteniendo su mirada baja —Dentro de unos minutos te enfretarás a un niño de tu edad que querrá matarte para poder vivir— el azabache se alejó de la jaula —te pareces a mi madre.... más te vale vivir— era verdad, con solo ver a la niña pudo recordar todas las desgracias vividas desde la muerte de su madre —por cierto, soy Levi, bienvenida al infierno mejor conocido como ciudad subterránea— la puerta del cuarto se cerró de golpe dejando a la niña un poco asustada. Levi y Kenny, los únicos nombres que había escuchado desde que estaba en aquel lugar, se aseguraría de no olvidarlos.

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Espero que la historia sea de su agrado...

Gracias por leer :3

Snk AU| Never Alone |RivamikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora