La Verdad

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Levi entró a la habitación y cerró la puerta brustamente para luego ponerse frente a la celda de Mikasa y recargarse en la pared detrás de él, frunció el ceño al mirar a la chica encadenada y soltó un suspiro algo cansado.

—Ya debes saber que hoy es el juicio ¿no?— Mikasa se limitó a asentir mientras lo miraba —bien, has cometido muchos crímenes mocosa, incluso el caso de Jaeger resultó más fácil que esto...— ahora Mikasa entendía el comportamiento del azabache, sus crímenes aumentaban las posibilidades de que ella se pudriera en la cárcel —pero estamos dispuestos a asumir el riesgo, solo no digas nada que vaya a hacer enojar al juez ya que eso sería una sentencia de muerte, trata de aprovechar tus conocimientos del subterráneo y usarlo a tu favor recalcando lo miserable que es la vida allí, el resto lo dejo a tu criterio—
—Bien... lo intentaré...— Mikasa trataba de encontrar el momento adecuado para hablar de las cartas.
—No recciones a nada de manera violenta—
—Si...— se detuvo a pensar un momento ¿Qué importaba encontrar el tiempo adecuado para hablar de eso? Han pasado 5 años, no había mejor momento que este —Nunca recibí tus cartas— la azabache bajó la mirada mientras Levi la miraba sorprendido —lo siento...—
—¿Cómo sabes de las cartas?— él mismo había tratado de mantener el asunto en secreto para que no sea utilizado en el juicio ya que la Policía Militar sin problemas podría decir que el Capitán tiene "favoritismo" hacia la chica.
—Petra...—
—Entiendo— Petra Ral, un miembro actual de su escuadrón, de seguro ella lo había descubierto hace ya un tiempo —si, te mandé cartas que nunca te llegaron, antes pensaba que solo no querías responderlas pero al ver de nuevo al viejo de tu dueño lo entendí todo así que no hacen falta explicaciones—
—Bien...— dicen que la curiosidad mata al gato, pero nada es capaz de frenar la curiosidad humana —¿Cada cuanto mandabas esas cartas?— Levi la miró sorprendido, no esperaba esa pregunta y, en su interior, le avergonzaba responder.
—Las mandaba cada Domingo los primeros 2 años que estuve aquí, después solo iba al correo a preguntar si llegaba una respuesta— ahora el azabache es quien bajaba la mirada tratando de ocultar un leve color carmesí que tiñó sus mejillas.

¿Por qué reaccionaba así? Mikasa solo era una niña con la cual se había encariñado y, ahora que lo pensaba, era la única persona que se ganó una parte de su corazón tan fácilmente, la consideraba su linda hermanita... ¿Y ahora? Si miraba a la chica podría decirse que es toda una mujer, esa niña que conocío ahora era más alta que él, sus rasgos se volvieron más finos y su cuerpo se había desarrollado conforme a su edad, debía admitirlo de una vez. Es hermosa. Volvió a alzar la vista al escuchar como la chica lloraba detrás de los barrotes de dividen la habitación.

—Ya veo...— la azabache evitaba el contacto visual con Levi sin poder secar sus lágrimas por las cadenas que estaban sujetas a sus muñecas —Yo... me sentía sola... cuando ustedes se fueron nadie era capaz de transmitir ese calor tan familiar...— las lágrimas de Mikasa caían en las sábanas de la cama —Y cuando ese viejo me decía las mentiras sobre ustedes pensé que nadie me esperaba, que tendría que luchar por mi cuenta para sobrevivir...pero, siempre estuviste esperándome... fui una tonta...— las manos de la azabache trataban de secar las gotas de caían de sus ojos sin éxito —Pero, siempre estuve en tu corazón— entre el mar de lágrimas una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Mikasa.

Nunca había odiado las celdas, por más sucias que sean eran muy seguras ¿Por qué las odia ahora? Por haberle dejado las llaves a Erwin y no poder entrar a abrazar a Mikasa, consolarla y decirle, después de 5 años, que no volvería a estar sola. Quería secar esas lágrimas para que sean reemplazadas con una tierna sonrisa y unos ojos tan expresivos que brillaban dependiendo del animo de la chica.

—Levi...— Mikasa alzó la miraba para dirigirla al azabache, en ese instante la bufanda abandonó su cuello producto de los intentos fallidos de sus manos para alcanzar su rostro dejando ver varias cicatrices en esa zona de su cuerpo cosa que sorprendió a Levi y lo hizo sentir peor ¿Eso había pasado durante los últimos años? —No quiero... separarme de ti nunca más... por favor... no...— la chica mordió sus labios con la esperanza de frenar un poco sus lágrimas.
—Yo soy un idiota... no debí dejarte sola...— una mano de Levi se posaba en su rostro ocultando uno de sus ojos mientras la culpa lo invadía.
—Eres humano, somos humanos... cometemos errores... yo me dejé manipular por un hijo de —vio como Levi la miraba con desaprobación, no le gustaba que Mikasa hablara groserías —Hijo de su madre... y también me arrepiento...— hizo una pausa —Pero, por más que digas que no fue correcto, me alegro de haber cometido tantos crímenes y matar a tanta gente, aunque eso me sirva de desventaba ahora... gracias a eso me encontraste y me rescataste.. gracias a eso pude verte de nuevo...—
—¿Sabes? Odio las celdas...— exclamó Levi mientras intentaba doblar uno de los barrotes de la celda para poder pasar pero fue en vano, eran muy resistentes.
—Descuida... y gracias por todo Levi— una sonrisa sincera se volvió a dibujar en el rostro de Mikasa acompañada con un leve sonrojo en sus húmedas mejillas y un lindo brillo en los ojos.
—Gracias a ti por volver... pequeña Mikasa— ver tal expresión de la azabache lo hizo entender que la pequeña Mikasa seguía ahí haciendo que una leve sonrisa apareciera en su rostro, ahora no cometería errores. Cuidaría a la pequeña Mikasa con su vida, ya perdió a Farlan e Isabel, pero Mikasa sería un caso distinto.

En la celda ubicada al lado de la asesina se encontraba Eren Jaeger, el chico Titán, quien había escuchado toca la charla entre los azabaches.

—Que hermoso...— murmuraba para sí mismo mientras se secaba las lágrimas y mocos con un paño que estaba por allí. Se detuvo al ver algo escrito en ella: «Propiedad del Capitán». ¿Qué hacía eso allí?

«Recuerda pasarle esto al enano cuando vaya a ver a Mikasa, lo encontré en mi cesta de ropa recién lavada y resulta que se confundieron al repartir la ropa»

Recordó las palabras de Hanji para luego inspeccionar el estado del pañuelo, había llegado recién lavado y ahora estaba todo mojado, sucio y con un aroma extraño y, considerando que era del Capitán, una expresión de completo susto.

Snk AU| Never Alone |RivamikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora