Cuarto día: ~ponche~

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Disclaimer: Fairy tail es propiedad de Hiro Mashima.

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Cuarto día: ~ponche~


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Los rostros felices de esos pequeños le producían cierto calor en su interior que era reconfortante. Aun recordaba los ponches que solía tomar en casa de Zera, al calor de la chimenea y lo feliz que era en ese entonces aun cuando la pérdida de sus padres era reciente. Los días blancos, muñecos de nieve y ponches calientes lograban crear una dulce distracción del dolor que vivía en esos momentos, y quizá fuera por esa razón el que se empeñara en traer ponche a los niños del orfanato de Magnolia, para que como ella, ellos, también disfrutaran del delicioso sabor navideño y se olvidaran aunque sea por un momento de sus problemas.

Ella también debía de distraer su mente de los recuerdos del día anterior. Las acciones de Zeref la traían loca y, porque no decirlo, rebosante de alegría, más de lo que ya era, mucho más. Aunque después de que la curara el chico se fuera sin decir palabra alguna, eso no evitaba que ella tuviera una enorme sonrisa tatuada en la cara, menos que lo hiciera cada vez que veía sus manos.

―Quita esa cara de tonta―la oportuna intervención de Zera la hizo saltar ―, me avergüenzas. ―parecía que los demás también lo notaban. Claro que Zera era perceptiva en cuanto a las emociones de Mavis, así que engañarla no se podía.

―Nadie tiene cara de tonta aquí...― balbuceo más que avergonzada.

―Ah... ―la castaña suspiro cansada ―, no sé qué te hizo el emo ese, pero parece que fue algo bueno ―vio de reojo a la rubia que solo volteo ocultando su sonrojo ante lo que había dicho ―. ¿No vas a contarme?

―No hay nada que contar ― le saco la lengua. Mavis y Zera sabían que más temprano que tarde se lo contaría con lujo de detalles, de todos modos no había nada que se guardaran entre ellas, era como si la una viviera en la mente de la otra.

―Claro ―acepto Zera pasándole un botellón ―. Ten, es ponche para que lo tomes en casa... ―hizo una pausa y agrego ―, o puedes dárselo a alguien... ―no terminó de hablar cuando Mavis le arrebató la botella y se fue. ― Vaya, vaya, tendré que tener una pequeña charla con ese emo después de todo.


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Quien al final había echado a perder el plan trazado había sido él precisamente. Es que dejarse llevar por la suavidad de las manos femeninas, lo que significaron las caricias ―porque para él eran caricias mal disimuladas con sus intentos de curar―, fueron su perdición, y de seguir quizá habría terminado dejándose llevar y hacer algo impropio; lo que era peor, asustándola en el proceso, y eso era lo que menos quería, asustarla.

Rayos, es que era más difícil de lo que había pensado. Que fuera tan sencillo como decir "me gustas", aunque no solo le gustaba, o decir "estoy enamorado de ti", lo haría sin dudarlo un segundo.

Y Zeref era lo suficientemente listo como para saber que era así de fácil.

Sin embargo no podía decirlo de buenas a primeras, porque tenía miedo a no ser correspondido. Temores infundados según Invel, al que le había confesado sus sentimientos por la rubia después de huir de la sala sin despedirse siquiera. Lo curioso ―para él―, era que Invel no se vio sorprendido en lo absoluto. Zeref sospechaba que lo presentía, o es que el albino lo conocía más de lo que imaginaba.

Según Invel, que resulto siendo un experto en el amor ―cosa que sí sorprendió al azabache―, debía de decirle de forma clara lo que sentía a Mavis, que no había forma de que terminara cosechando calabazas en el huerto de la soledad.

No había forma.

¿Y si la había?, podría ser que solo lo viera como su amigo, peor aún, como su mejor amigo, eso sería en verdad devastador. Siguiendo la línea de argumentos del albino, aquello no podía ser, que terminara en la zona de amigos ―donde ya estaba―, no era posible, además de que si se diera de esa forma tendría la oportunidad de poder conquistarla.

No sonaba mal. Claro que no. Pero según había escuchado ―las conversaciones de las amigas despechadas de la hija de tía Eileen―, cuando se ingresaba en la temida friendzone no había salida ni aunque se vendiera el alma al mismísimo demonio.

Cabe decir que esto a Invel solo le hizo mover la cabeza negando lo tonto que podría poner a su amigo esas cosas del corazón.

Podría haber seguido debatiendo consigo mismo en la comodidad de su cama si Natsu no le tiraba una botella sobre su estómago privándolo de aire en el proceso.

Lo que no esperaba Zeref Dragneel es la nota que venía con la botella que resulto siendo ponche navideño. Tenía una cita en el parque, y por la agresividad de las palabras en ella escritas, nada bueno le esperaba.

Continuará...

Días de navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora