Décimo primer día: ~ juguetes~

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Disclaimer: Fairy tail es propiedad de Hiro Mashima.

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Décimo primer día: ~juguetes~



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Estaba claro que no había error. Había niños en la sala de su casa. Lo normal. Pero había seis niños más y dos gatos; niños a los que había visto unas cuantas veces en la escuela de Natsu cuando iba a recogerlo. Hasta ahí todo bien, lo que si no estaba bien, era que él tenía que cuidar a todos ellos. Los seis niños habituales, amigos de Natsu, ya eran difíciles de controlar, ¿qué se suponía que tenía que hacer con una docena de ellos? y, sin contar con los cinco gatos que tenían una especie de reunión en la cocina.

Con Natsu y sus amigos, Gray y Gajael, eran suficientes para destrozar la casa; gracias a dios que aparte de los chicos estaban las niñas: Lucy, Juvia y Levy, para equilibrar la ecuación de destrucción. Ellas moderaban de algún modo el comportamiento de los chicos. Ahora tenía a otros dos chicos, Sting y Orga, sino mal recordaba, tan vivaces como Natsu. Lo bueno, o eso esperaba, es que los otros dos chicos, Rouge y Rufus, parecían los sensatos del grupo a parte de las dos niñas, Minerva y Yukino. Aunque a decir verdad, la morena tenía una cara de pilla que rayaba un tanto la maldad que no podía con ella, eso no era una buena señal.

Eran demasiados para mantenerlos a raya, a todos ellos. En todo ese tiempo de meditar y maldecir su suerte, que eran no más de cinco minutos, Natsu, Gajael y Sting, ya están agarrándose de las solapas dispuestos a molerse a golpes.

―¡Basta! ―grito corriendo al centro de la sala para separarlos ― ¡es solo un juego de monopolio! ― vio a los demás niños, ellos parecían un poco consternados; solo el chico de pelo verde y la morena parecían divertirse por la situación ― Voy a por unos bocadillos y seré el banco ―los chiquillos involucrados, su hermano sobre todo, estaba a punto de protestar pero no le dio tiempo―. No digas nada Natsu, yo seré el banco y punto. ―fue hacia la cocina mientras cogía el teléfono y llamaba a la que debía de ser su salvación.

―Mavis, tienes que ayudarme. Estoy solo y esto parece una guardería. No. Ahora son más. Claro, entiendo. Gracias. Sí yo también. Espero poder sobrevivir para poder verte mañana. Te quiero.

Su novia, porque sí, ahora eran oficialmente novios, no podía porque tenía que llevar juguetes al orfanato junto a sus amigos.

Era oficial. Estaba solo.

Escucho un estruendo en la sala y temió lo peor. Estaba por ir cuando su teléfono sonó. Vio la pantalla y las esperanzas volvieron.


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― ¿Para qué querías el número de Invel? ― pregunto la castaña con una caja en las manos.

―Para pedirle ayuda ―Mavis recibió otra caja para que la llevase dentro. Siguió a Zera apresurando el paso hasta ponerse a su altura―. Aunque no sé como es que tu tenías su número.

―Aquí la única interrogada eres tú― se defendió poniendo la caja sobre la larga mesa del comedor del orfanato―. ¿Qué favor era ese?

―Le pedí que ayudara a Zeref con los niños― nada más decirlo se sonrojo.

― ¿Te das cuenta que acabas de sonar como una madre? ― la rubia ya sabía que su pequeño desliz al usar palabras le costaría. No dijo más, solo su rubor se intensifico haciendo que Zera sonriera traviesa solo por molestarla―. Y me aterra que algún día algo como eso pase― la castaña se abrazó a si misma fingiendo una escalofrió que hizo reír a Mavis―. Pensé que sabía cuidar de Natsu y los demás. ― Zera abrió la caja donde podían verse muñecas hechas a mano.

― Y lo hace bien― Mavis imito a su amiga ―, solo que ahora también está cuidando a Sting y compañía. ― su caja contenía una serie de juguetes hechos de madera. Sonrió al verlos.

Cuando niña solía gustarle jugar con juguetes de madera, sobre todo con los que su padre hacía. Aun ahora tenía el cascanueces que su padre le había regalado en la última navidad que pasaron juntos.

En esta ocasión gracias a Warrot, que era muy bueno con sus manos y sobre todo con lo que tuviera que ver con madera, los niños del orfanato tendrían juguetes hechos a mano.

― ¿Cómo es que paso?, pensé que Sorano era la encargada de cuidar de Yukino, y por lo tanto también de los demás tigrecillos ― fue sacando las muñecas y revisando, una vez más, que estuvieran bien hechas.

Mavis no era la mejor con las manos y menos con lo que tuviera que ver con agujas, telas y demás, sin embargo lo compensaba con su increíble capacidad de hacer magia e ilusiones. Podía no solo sacar monedas de orejas ajenas o adivinar la carta escogida, podía hacer desaparecer objetos grandes solo con sus manos, también podía hacer ilusiones con animales vivos. Era toda una experta.

―Creo recordar que Sorano tenía un viaje con Jerall, Erza y los demás chicos de Crime Scorciere. ― Mavis no dejo pasar la inspección de Zera con las muñecas. Vaya que su castaña amiga era una perfeccionista sin remedio. Y no la culpaba. Sus habilidades dejaban mucho que desear. Suerte que Mirajane le había ayudado en gran parte de las muñecas que le tocaron hacer.

―Vaya, parece que le va bien a su banda― ¡y que decir!, Jerall y su grupo ya eran famosos, tanto que tenían que tocar en otra ciudad―. Así que cargaron al chico oscuro con los niños. ― algo que Zera no entendía. No había razón alguna para que el azabache fuera el niñero de esos chicos.

―No puedo creer que sigas diciéndole así solo porque viste de negro. ― rezongó medio molesta encarando a la castaña. Zera solo alzo una ceja interrogante. Mavis curvo sus labios dando a entender que estaba jugando.

―No es mi culpa― Zera levanto los hombros―, además creo recordar que le decía el emo bipolar pero a ti no te pareció y me prohibiste volver a llamarlo así. ― y vaya que la rubia había sido contundente al hacerlo. Esa vez en el parque casi le tira refresco por la vehemencia con la que hablaba sobre la igualdad de todos, lo incorrecto de poner sobrenombres que resultaban denigrantes, algo que Zera no creí en verdad pues solo lo había dicho en son de broma, que no era correcto que por la personalidad retraída y los gustos de Zeref lo llamara de ese modo.

Parecía que el pelinegro había logrado captar la atención de Mavis desde muy corta edad.

―Ya, Zera― Mavis también tenía recuerdos sobre ese día en al parque y toda la retahíla de argumentos que había dicho causado por el nerviosismo de verse descubierta observando a Zeref que por el apodo en si―, ¿no puedes dejar el resentimiento atrás, cierto? ― Zera era un poco infantil a veces.

― ¡No es mi culpa! ¡Es suya! ―argumento exaltada llamando la atención de los niños y ganándose con ello una mirada de advertencia por parte de su amiga― Bien ya no diré más― Mavis sonrió sabiéndose ganadora, a lo que Zera volteo los ojos fastidiada por la derrota―. Mejor entreguemos los juguetes y vayamos a ver qué tal le fue a Zeref ― hizo una seña a los niños para que formaran fila―. Y si se quedó calvo por tanto estrés.

Una visión que le devolvió la felicidad.

―Para que sepas que Zeref tiene los folículos capilares fuertes y sanos― Mavis saco la lengua cual niña pequeña―, no se quedaría calvo. ―aseguro sonriendo al primer niño que se acercó al que le dio un carrito.

―Tu sí que lo conoces ¿eh?

La pulla surtió el efecto deseado: avergonzar a la rubia.

Punto para Zera.

―Parece que no tanto como tú...― pausa dramática ―, a Invel.

Mavis esbozo una sonrisa gatuna, como la que solía poner Mirajane.

La ganadora definitiva: Mavis.

Continuará...

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