A través de la ventana escuchaba a Raúl diciéndome que la idea era buscarme él a mí y que ahora había pagado ese taxi y toda una sarta de tonterías sobreprotectoras que me encantaban. Creo que por eso me hice el niño malcriado y le dije que si quería me iba o que me pagara el servicio. Lo escuché murmurar algo y salió.
Estaba hermoso. Y estaba como irradiando una luz de galanura. Ok, si. Estaba perdido y enloquecido de amor por mi mejor amigo, ya me di cuenta. Pero es que su camisa de cuadros, su pantalón realzando sus nalgas y pantorrillas... Era adictivo.
Me dijo que le recordara el fin de semana enseñarme a manejar y mi mente de puta loca me llevó a soltar un "asi te muevo la palanca". Que patético era, pensé. Sin embargo su reacción me desconcertó. Simplemente no dijo nada. Y por unos minutos o quizá segundos estuvo como tentado a hablar. Al final cambió el tema.
Me dijo que iríamos al estadio a comer perros calientes. Yo reía en mi mente pensando en la salchicha de Alberto hasta que me avergonzaba de imaginar esas cosas estando con Raúl. Puso en marcha su carro y fuimos al sitio. Ahí me hizo sentir como un príncipe, no hay otra forma de decirlo. Abrió la puerta, me ayudó a sentar y fue súper atento. Al darme el menú me rozó la mano y caí en cuenta de que me estaba seduciendo.
Empezamos a vernos silenciosamente y mientras nos traían la comida poco hablamos. El sonreía bastante y yo lo imaginaba desnudo. Fue hacia el final que preguntó si quería ir a un sitio con él o si estaba apurado. Le dije que fuéramos a donde él quisiera. Sonrió aún más.
En el carro puso música de mi gusto. Recuerdo estaba obsesionado con Tiesto y Armin Van Buren. Subimos a un mirador en las afueras de la ciudad donde se veían los dos lados del municipio. Allí me dijo que me pusiera cómodo por lo que eché el asiento hacia atrás y el también.
Sonaba "Traffic", de mis favoritas, es por eso que cuando bajó el volumen rezongué pero de inmediato me callé al verlo ligeramente temblando.
- "¿Tu eres marico?", me preguntó y se puso pálido. A lo que agregó apenado, "o sea, a ti te gustan los hombres, ¿verdad? No quise ser tan bruto".
Yo me reí nervioso y le dije, creo que tu eso lo sabes muy bien. Y volteé por la ventana. El me tocó la pierna y reaccioné saltando en mi lugar. El sonrió, pero no quitó la mano. Empezamos una guerra de manos sobre mi rodilla izquierda aunque en realidad quería besarlo.
Me dijo a una velocidad extrema que él estaba confundido pero que a la vez tenía certeza de que sentía algo por mí más que amistad.
-"¿Por mi?", repetí más alto de lo que me hubiese gustado.
El riendo dijo que era patético declarándose y yo quedé sorprendido ante su confesión.
-"Cuando dijiste lo de la palanca, pensé ofrecerte la mía, pero pensé que te molestarías" dijo y subió unos centímetros su mano llegando a mi muslo. Yo instintivamente se la tomé pero la bajé a su posición inicial.
Mi erección era tan notoria como la suya. Si. Él también estaba excitado. Pero no podía permitir que me sintiera tan desesperado.
Continuó hablando y me dijo que en efecto y de hecho, debía disculparse por no haberme dicho antes lo que soltó en la fiesta durante el juego de verdades o retos. Pero que estaba enamorado de mi. Ahí se me paró el corazón. Por poco me pierdo su escena de celos por lo de Alberto temprano.
Alberto. Alberto me había dado sexo oral hacía dos horas. Y ahora mi amor platónico me confesaba su amor lleno de dudas y yo acababa de pensar en mi Oasis. Si que estaba jodido.
Era un campeonato el que sentía librarse en mi. Le dije que yo estaba enamorado de él, pero que Eduardo y Alberto me habían capturado con cosas que me ponían a tope y que más nadie me habría hecho sentir.
No debí decir eso. Me apretó fuertemente la pierna y me reclamó atención. Me dijo que él podía, o que si yo también pensaba en él como un bebé. Reí diciéndole "si, pero eres mi bebé".
Me besó. Me besó largo y tendido. Bajaba a mi cuello y olía mientras su aroma a tierno, a recién bañado... Mordí su labio inferior y el se relamió. Jugamos a ver quién podía más. Ninguno quería ganar pero tampoco perder.
Llegó el momento en que tomó mi mano y me la llevó a la dura palanca de cambios del carro. No, no era eso. Era su pene fuera del pantalón. Y me sorprendió. Me dijo "mámalo". Lo hice. Sabia súper saladito. Estaba muy húmedo y él suspiró y me apretó hasta el fondo. Acabó en mi garganta. Me sorprendí y me levanté. Él se apenó un poco pero empezó a masturbarme en silencio. Yo estaba en éxtasis. Mi respiración fue aumentando y él me dijo:
- "Creo que si quiero que esto funcione deberíamos ir a partes iguales, marico"
Casi no aguanto a que llegara con su carnosa y rosada boca que contrastaba con su piel canela a mi pene. Abrió la boca y acabé 4 veces en ella. El "marico" me volvió loco. Era mi amigo, mi Raúl. Y me besó. Sabíamos a leche y me gustaba.
Nos quedamos viendo y empezamos a reir. Él repetía "que gay, que gay" y yo le decía que él había sido el que muy decidido me lo mamó para que acabara. Lo cierto es que no tardó en tomarme la mano, y medio lloroso me dijo lo que hubiese preferido no oir.
-"Sabes que mi papá es muy machista. Él me compró los condones y me presiona a que los use con Daniela. Sería suicidio decirle que me gusta un tipo. Espero que estés claro y entiendas que si siento bonito por ti y que no hay quien me apoye tanto como tu, siempre oyendo mis ideas y mis sentimientos. Te ofrezco esto hasta que me vaya", y me apretó la mano.
-"Hasta que... ¿te vayas?", completé sin entender.
Me besó la mejilla y me dijo que se iría seis meses a Escocia a estudiar inglés. Me sorprendí enormemente y volteé. El estúpido calor previo al llanto quemaba mi rostro. El me tomó de la barbilla, me volteó nuevamente y secando mi lágrima, me besó.
-"Juguemos a que somos novios mientras, ¿si?", me pidió con su carita de inocencia y aunque no estaba preparado accedí.
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Orestes
RomanceUn chico que descubre sus sensaciones y se va probando a sí mismo hasta donde puede llegar en el mundo del placer