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Una bella mujer de pelo largo, oscuro como la noche, de ojos claros, que te hipnotizan, te atrapa cuando los ves, más cuando te has enamorado de ellos, o cuando te gustaban, aquella mujer va vestido de un hermoso vestido blanco, descalza, con el pelo suelto pero con pequeños tirabuzones al final, por las puntas. Camina en medio de las vías, lentamente, con la mirada perdida, buscando algo que fue de ella, pero que se lo robaron. A lo lejos un hombre camina tranquilamente, iluminado por la leve luz de la luna, se acerca a ella, el hombre es de una estatura promedio, mirada cansada, con pensamientos de abandonar todo, rondando en su cabeza, ropa a la moda, es un hombre de negocios, de fiestas, pero que se cansó, esa noche decidió escapar de todo eso, de fingir que todos lo aman, que es inocente, de pronto su mirada se levanta, y ahí, a metros la ve, a aquella mujer, de piel blanca, como la de un muerto, de pronto recuerda los relatos de su abuelo que le contaba de niño, “será la mujer más hermosa que podrás ver, pero te llevara al infierno, te arrastra a tu perdición, cuando la veas, corre, no importa que tan cansado estés, corre, no mires atrás, si quieres morir, la forma más bella y cruel, a la vez, es con ella… corre”. El comenzó a correr, sus piernas no funcionaban como debían, el miedo absorbía su cuerpo, lo poseía, sus fuerzas se agotaban, encontró un pasaje de alguna calle de quien sabe dónde, pero una gran reja tapaba el paso, encontró un espacio lo suficiente grande para que pudiera pasar a un costado de esta, ya que los barrotes eran demasiados estrechos, se ensuciaría, pero la ropa podía comprarla de nuevo, su vida no, entro por aquel espacio y se escondió debajo de una escalera, los minutos pasaban, su respiración era agitada, el frio comenzó a sentirse, ¿Por qué tan de pronto? Ruido en la escalera, alguien bajaba de ella, tomo el valor y de a poco miro hacia arriba, y algo vio negro como una sombra, guardo silencio, no distinguía lo que era, fue bajando la mirada a medida de que aquel, ¿coso?, bajaba, cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, su corazón se detuvo unos segundos, y luego volvió a latir, era un perro, oscuro, fácil de perderse en la oscuridad, demasiado grande, se tranquilizó, una vez que el perro termino de bajar las escaleras se dirigió a la reja, “que estúpido, no podrá pasar por ahí” pensó, el perro lo miro, su corazón se volvió a detener esos ojos, ¿habrá escuchado sus pensamientos?, el can volvió a mirar hacia adelante y continuo su camino, atravesando la reja como si nada, como si no estuviera ahí, el joven, el hombre, como él quería que lo llamara, a pesar de tener 21 años, él era un hombre (según él) por completo, no un niño, salió bajo la escalera, acercándose a la reja, “es imposible” pensaba, levanto una mano y a paso lento se fue dirigiendo al metal frio, toco la reja con las yemas de sus dedos, no, aquello era imposible… de pronto escucho risas, aquel pasaje se ilumino, las casas deshabitas hace unos minutos atrás, en ese momento estaban llenas, risas, gritos, llantos, el pasaje comenzó a prenderse fuego, el fuego tomo posesión de todo, la gente tosía, niños lloraban, y al final de aquel pasaje, alguien reía, era aquella mujer, lo estaba arrastrando al infierno, ahora lo miraba directo a los ojos, aunque quería apartar la mirada no podía, esos ojos lo atraían, lo hipnotizaban, que manera más hermosa de morir, todo oscureció.
-¿Así lo mataremos? –dijo Luca, estaba apoyado sobre la pared quemada, vestido en un traje negro, con detalles blancos.
-Es lo mejor que tenemos, además querías usar los efectos especiales. –América bajo de la escalera, con una minifalda negra un poco arriba de sus rodillas, y una camisa blanca, con el pelo atado en una coleta.
-Sí, pero pensé que éramos un equipo de asesinos. –La recibe Luca con un beso en los labios, ambos se miran y sonríen tristemente, y miran al mismo tiempo al suelo.
-equipo, dejamos de ser eso hace un tiempo, solo somos compañeros de matanza –Entre caminando por el final del pasaje, mi aspecto había cambiado demasiado, por fuera no era yo, por dentro si, seguía conservando el mismo odio, los mismo rencores, las mismas cicatrices, ahora estábamos en una misión los tres, América, Luca y yo, aquella mujer de ojos claros, de mirada hipnotizante era Sam, la extrañaba.