No sé quién seria, pero él estaba ahí, salvándome, estaba a punto de caer al abismo que la bomba formo y de la cual varios cuerpos cayeron en ella, yo estaba al filo de la muerte, y nadie había llegado a salvarme, ni mis dos mejores amigas, Malú, y Majo, ellas estaban peleando por su vida, no podía echarles la culpa si caí y moría, no…
Pero una dulce mano atrapo la mía, y me ayudo a levantarme, sonara estúpido, pero fue como si estuviera subiendo al cielo, como si un ángel me estuviera salvando, así se sentía… así de feliz era…
-No podemos vernos esta noche, tengo una misión –Hace más de dos años que llevaba escondiendo una relación, una relación con el enemigo, con aquel ser que me salvo
-¿Qué misión?
-Somos enemigos… –Dolía decir esas palabras –No lo olvides
-Enemigos que se aman, no lo olvides –Sabía que estaba sonriendo, con esa media sonrisa, mostrando el colmillo, no lo veía, pero lo conocía. Cada centímetro de él me pertenecía, cada centímetro de mí le pertenecía a él.
Pero lo nuestro además de ser prohibido era imposible, obviamente “prohibido” e “imposible” se llevan de la mano, pero había algo más, además de ser el enemigo, de que seamos de ser de dos escuderías distintas, una de mis mejores amigas lo detesta, lo odia, y desea matarlo, pero si no fuera porque desconoce mi paradero a altas horas de la noche, seria yo a quien desearía matar.
Pero no podía evitar el verlo, porque la atracción entre nosotros era muy grande… Su cabello oscuro, sus ojos azules, su mirada... Su mirada era... No sé, es raro de explicar, el me miraba y mi cuerpo temblaba, sus labios eran perfectos para los míos, sus músculos se tensaban cuando me levantaba, al igual que cuando estaba cayendo al abismo, a pesar de ser su enemiga, el me salvo, él me sonrió. Era el, sus ojos, su sonrisa cautivadora y yo…
Sus brazos rodearon mi cintura, y una brisa, un escalofrió recorrió mi cuerpo, sus labios se posaron en mi cuello, sus besos eran de amor, nuevamente el escalofrió y un leve gemido salió de mi boca, comprendió que era la señal para que siguiera a pesar de que por mi mente pasaba la misión que debía cumplir, pero quería que continuara… sus besos siguieron por mi hombro, bajo la cremallera de mi vestido y deposito sus labios por mi espalda, una de sus manos tomo uno de mis senos, apretándolo suavemente, dando ligeros círculos sobre la tela, leves gemidos salían por mi boca, dándole una señal de que quería ardiéramos juntos, el permiso que no podía darle con palabras. Su mano derecha recorrió mi pierna, llegando a mi muslo, apretándolo con sus dedos, siguió el recorrido por mi abdomen, llegando al límite de la inocencia, y su mano siguió bajando al infierno. Hubiéramos ardido en las llamas del pecado si no fuera porque la santa desgracia rompió el clima
-Marlene, es hora, ¿Dónde estás? –Quien me buscaba era Majo.
– ¿Hora?.. Oh mierda, la misión –Mis palabras salieron en un susurro para no ser descubiertos
Me vestí lo mejor que pude, para que no se sospechara que estuve a punto de revolcarme en la oscuridad con el enemigo, me acomode mi pelo rojo lo mejor que pude.
-¿Dónde estabas?
-En… en… en la oscuridad, ¿Me tienes que controlar siempre?
-Tenemos que irnos, la misión está por comenzar.
Estúpida misión, estaba a punto de saber cómo era tocar el cielo con las manos, y ser quemada por las llamas del infierno a la vez.
El estacionamiento del colegio era inmenso, y Marlene ya estaba de mal humor, había varios vehículos para elegir, desde motos, autos, y motos. Elegimos una camioneta negra, era más fácil el movernos, y trasportar a todos.