Pecas, uñas, y otros desastres.

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Lana

Sus ojos verdes con una expresión casi felina le devolvían la mirada desde el empañado espejo, parecía estar cruzando mirada con una extraña, como cuando estas en una reunión con tus amigos y de pronto notas a una chica rara caminando sola por la habitación, nadie sabe quien es y nadie quiere averiguarlo.

Dejó de prestar atención a su enmarañada melena rojiza y miró el vidrio manchado con gotas de agua secas, estaba sucio lo cual era extraño comparado con el resto del cuarto, en un intento de eliminarlas rasco una de ellas con su uña y entonces se concentró en sus manos, eran delgadas y muy blancas, también estaban maltratadas, sus uñas mordidas y los dedos llenos de piel desprendida; Lana tenía la rara manía de distraerse muy fácil, podía estar cocinando y sin darse cuenta estaba sentada escribiendo en su blog mientras la comida se quemaba en la estufa, era una chica desastrosa.

Volvió a concentrarse en su reflejo, pero ésta vez observó las pecas que cubrían todo su rostro, incluso sus labios; ladeo la cabeza haciendo un puchero, ese era uno de esos muchos días en los que sentía poco atractiva.

Comenzó a cubrir los puntos de distintos tonos de café que cubrían su rostro con maquillaje, era horrible que el mundo notará todas esas imperfecciones, luego riso sus pestañas y se puso lápiz labial solo para cubrir las pecas de sus labios también, desenredo sus cabellos y los tejió en una trenza para que no le estorbaran, y siguió sintiéndose muy poco atractiva.

Esa noche tenía una cita con su 'no-novio' Gianluca, era un muchacho que hace varios meses tomaba clases con Lorenzo en la academia, a ella le pareció atractivo desde el momento en que lo vio, cuando se conocieron empezaron a salir y Lana estaba muy emocionada pero ya tenían varios meses saliendo y la relación parecía no evolucionar, a principio el sexo era entretenido pero ahora ya le sabía bastante aburrido, no entendía porque seguía saliendo con él.

Tras varios suspiros y una taza de café, Lana Harrison salió de su casa con una energía negativa impropia de una mujer joven de veintitantos que va rumbo al trabajo de sus sueños.

El primer año que 'LORENA' abrió sus puertas al público ella estaba muy emocionada pero en los últimos meses ya no se sentía con las suficientes ganas de enseñar danza que era lo que mas amaba en el mundo, las clases se hacían monótonas y las personas no le parecían comprometidas con lo que ella enseñaba, lo veían como una actividad para pasar el rato.

A pesar de no usar ropa llamativa para ir a trabajar notaba como todos la veían, aquellos días en los que su autoestima estaba decente se sentía un poco acosada, pero aquel día no era uno de ellos, al contrario, casi podía jurar que la gente se estaba burlando de ella, entonces se distrajo observando su ropa, pero no encontró nada que la hiciera sentir mas insegura, así que comenzó a relajarse.

Pero claro, su mala suerte era permanente como si fuese una característica más, cuando la presentaban ante alguien decían: ¡Ella es Lana Harrison, tiene muy mala suerte!; era incluso antes de decir que era Americana.

Cuando reaccionó, el auto estaba frente a ella y le dio un ligero empujón, uno que probablemente le dejaría un moretón en la pierna, pero pudo haber sido peor; el hombre que iba conduciendo bajo rápidamente del auto ordenando a su hija que se quedara en el.

—¿Estás bien? ¿No te hiciste daño? — Habló un hombre de unos treinta y pocos sosteniéndola del brazo para poder evaluar si requería atención médica o no, era un hombre muy atractivo, alto con unos ojos azules impresionantes y un barba de candado que hizo a Lana quedarse pasmada al verlo.

 —S-sí, estoy bien— Tartamudeo, ligeramente intimidada por la intensa mirada de aquel hombre.

—Deberías ser mas cuidadosa, el semáforo esta en rojo, un poco mas y ambos habríamos tenido problem...

Un Amor Para Lana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora