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Capítulo 9: Cómo Ágape y Eros por fin contactaron.


La decoración navideña presente en las calles de Barcelona era algo sumamente precioso en opinión de Akemi. Aquel era el día anterior al Grand Prix Final y al no tener nada que hacer, la japonesa decidió ir a recorrer esa bella ciudad por su cuenta ya que tanto Minako-san como Mari iban a pasar la mañana en el spa del hotel, Phichit iba a practicar un rato y la castaña no quería ser la sujeta velas de Viktor y Yuri. Por supuesto, también había intentado acercarse a Yurio para aclarar lo del día anterior, fracasando en el intento debido a que las Yuri Angels no paraban de perseguirlo impidiendo así a la joven hablar con él.

Al final, tras haber dado un paseo por Las Ramblas y por el Barrio Gótico, la castaña acabó en un mercadillo navideño, ojeando lo que allí había. Quedaba muy poco para Navidad y tenía que ir pensando que regalos hacerles a sus seres queridos.

— ¿Buscas algo en especial jovencita?—le preguntó una anciana que regentaba uno de los puestos.

—No, muchas...—la quinceañera se quedó callada de repente, observando fijamente una de las cosas que la señora vendía— ¿Cuánto por eso?— preguntó señalándolo.

—Es algo caro, 299,99€—contestó la anciana. Akemi tragó saliva, en ese momento agradecía fuertemente que Takeshi le hubiera robado el dinero y luego se lo hubiera devuelto, si no nunca podría haber pagado eso.

—Démelo—Akemi sacó el dinero de su cartera. Menos mal que no lo hizo caso a su hermana cuando le dijo que no llevara todo el dinero que había traído encima por si se lo robaban al verle las pintas de turista quetenía, quien sabe si alguien lo habría comprado mientras ella iba a por el dinero al hotel.

La japonesa sonrió mientras agarraba su nueva adquisición, estaba segura de que a Yurio le iba a encantar.

—Buena elección—dijo una voz detrás de Akemi haciendo que esta se girara para observar a un chico rubio de ojos castaños—. Aunque no es mi estilo.

— ¿Gracias?—a la castaña aún se le hacía raro como, por lo general, a los españoles se les hacía tan fácil hablarle a un desconocido

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— ¿Gracias?—a la castaña aún se le hacía raro como, por lo general, a los españoles se les hacía tan fácil hablarle a un desconocido.

—Oh, lo siento, no me he presentado—el chico sonrió—. Mi nombre es Pedro, no soy patinador pero mi hermana sí, por eso sé de patines y esos son buenos.

— Yo me llamo Akemi—dijo devolviéndole la sonrisa—. Mi hermano también es patinador.

— ¿En serio? Que coincidencia—el chico se rascó la nuca—. Oye, si no tienes nada que hacer ¿te apetece dar una vuelta?—el rubio se sonrojó ante la cara de sorpresa de la castaña—. S-solo si te apetece...—susurró mirando a otro lado.

—Claro, me encantaría—asintió la japonesa haciendo que el rubio sonriera.

***

Los dos jóvenes hablaban y reían mientras caminaban por la calle. Gracias a Pedro, Akemi había podido comprar todos los regalos planeados ya que él lo guió por las distintas tiendas de la ciudad.

Ágape [Yuri Plisetsky]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora