Parte 2 Dentro del infierno

156 7 0
                                    

Era una mañana de enero el sol entra por mi ventana comenzando a fastidiarme la existencia, el sol iluminaba mis ojos bajo mis parpados, estaba somnoliento, aun no bebía mi café para despertar e intentar dormir cuando hay luz es algo que mi cuerpo simplemente no puede lograr, cubrí mi cabeza con la mantas dejando fuera mi nariz para poder respirar el aire frio de la habitación y no sofocarme, pero no funciono bien, ya que el sol dando de golpe en la manta y yo estando debajo me acaloraba bastante destapándome completamente, no dure mucho tiempo más en mi cama hasta que mi vejiga buscaba liberar su contenido y mi cerebro me exigía cafeína para rendir en el día. Fui al baño a aligerarme, quitar el sabor y el mal aliento de mi hocico, peinando un poco el pelaje despeinado y anudado de los movimientos de la noche y el cabello castaño oscuro. Baje en pijama y pantuflas a la cocina tallando mis ojos aclarando mi vista, la misma escena matutina de toda mi vida estaba frente a mí, mi padre, un león bastante alto de 6.2 pies de altura, su pelaje naranja amarillento semi claro o para mejor descripción un rubio oscuro, su melena un poco recortada de color Castaño rojizo, ojos color ámbar brillante y una complexión bastante robusta y musculosa, Digno cuerpo para un instructor militar como él. Tomaba su taza con su enorme pata la taza del café negro humeante y lo bebía leyendo el periódico (parece más tradición leer el periódico que leerlo por diversión). Mi madre frente a él de pie igualmente con si taza de café en una pata y en la otra su teléfono, una loba de cabello largo y castaño oscuro, pelaje gris muy claro, una figura delgada y delicada, ojos castaños oscuros, unos 5.8 pies de altura

-buenos días-

Dije entrando bostezando un poco tapando mi hocico con la pata

-buenos días hijo- -buenos días Sua-

Contesta casi de manera unísona sin despegar su vista de lo que estaban viendo hasta que mi madre aparto su teléfono se su cara volteando a verme

-te despertaste temprano, ¿te paso algo?-

Dijo mi madre dando un sorbo a su café

-no, solo se me quito el sueño gracias a ese mugroso sol-

Conteste de manera algo cansada y fastidiosa, no era la primera vez que me pasaba y estaba seguro de que no sería la última. Mis padres comenzaron hablar sobre cosas de la casa, cuentas, gastos, pagos del auto, tome una tasa sirviéndome algo de café, le puse leche, azúcar y dándole un par de soplos le di el primer sorbo a mi maravilloso café que en una mañana es como el beso de un ángel en los labios

-Sua te he dicho que no tomes café-

Mi madre replicaba mirándome enchuecando su hocico como hacia ella desde ya hace mucho tiempo

-bueno, pues si el café no fuera tan delicioso y no me mantuviera despierto en las mañanas no lo tomaría-

Conteste ante su réplica, hasta que no inventen algo tan maravilloso como el café yo seguiré tomándolo

-Rick, no piensas decirle nada-

Mi madre vuelve a replicar buscando algo de apoyo paterno

-si... hijo pásame una servilleta por favor-

Bajo un poco su periódico estirando su brazo

-¡Richard!-

Mi padre lanza un suspiro rodando sus ojos bajando el periódico

-Sua hazle caso a tu madre y a partir de mañana dejas de tomar café-

Contesta con cierto tono algo serio, mientras sigue con la pata estirada esperando la servilleta, yo suelto una risa pasándole la servilleta a mi papá

Grow And LiveWhere stories live. Discover now