Llamemos a Santa

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–Recuerda, sólo 20 minutos más y sacas el pavo del horno –reiteró Kenma.

–Puedes estar tranquilo, Kenma. No es la primera vez que estoy a cargo de la cocina.

–Pero sí de un pavo para Noche Buena. Además, nunca lo habíamos hecho nosotros –puntualizó, nervioso.

Kuroo y Kenma llevaban viviendo juntos ya dos años, en un pequeño departamento en Tokio. Su vida en pareja se desarrolló después de la partida de Kuroo a la universidad, en donde la ausencia del otro les hizo notar sobre sus verdaderos sentimientos. De ahí no pasó mucho para que terminaran siendo pareja. Y en los últimos años de estudios, la decisión de comenzar viviendo juntos fue el siguiente paso para ellos y sus vidas.

Desde que se mudaron juntos, no habían ofrecido su hogar para realizar ningún tipo de evento social de gran importancia. Por lo general, preferían ir a restaurantes familiares o bares para pasar las festividades junto a sus amigos, o se iban a pasar a celebrar a casa de sus padres. Sin embargo, esta vez querían que fuera diferente. No estaban seguros si era porque Kenma estaba prácticamente listo con su carrera y tenía esta nueva confianza de "aquí vengo yo". O simplemente se debía a la presión social de sus amigos para hacer algo. Y con presión social nos referimos a las exigencias de un caprichoso e infantil Bokuto, y a un desgastado Akaashi.

–Ya dije que no debes preocuparte por nada –insistió el mayor–. Ve por el postre –le empujó para que saliera del departamento y besó sus labios con rapidez–. Te veré en una hora.

–No olvides el pavo –exclamó justo antes de ver la puerta cerrarse frente a él.

Resopló resignado ante la actitud de su novio. Miro el celular con la dirección y partió en busca del postre: un pie de manzana. Lo único que mantenía a Kenma tranquilo era que no había nada por hacer, sólo esperar por el pavo y que llegaran los invitados.

Mientras Kenma iba por su postre preferido, Kuroo estaba de lo más tranquilo en el departamento. Había puesto una pequeña alarma para no olvidar el famoso pavo, ya que sin él "se perdía todo el sentido de Noche Buena". O al menos eso pensaba a partir de la pequeña y nula investigación que realizaron del tema, tan sólo unas semanas antes de la fecha.

Admirando la decorada y bien puesta mesa, Tetsurō se encontraba impaciente y ansioso por la llegada de sus amigos. Por lógica, Bokuto y Akaashi eran los únicos invitados, ya que fue por ellos que se terminó por decidir a realizar esa tan poca acostumbrada cena.

–Ah, mis padres no podrían creer que Kenma está a cargo de una cena de este estilo –murmuró para sí–. Es una lástima que se lo pierdan –terminó por reír.

Tanto los padres de Kuroo como los de Kenma rechazaron la invitación de la cena debido a que ya tenían otros planes. Los Kuroo se iban a ir al norte de la isla para visitar a unos familiares, y los padres de Kenma se irían a visitar a su abuela materna. Aunque, ninguno de sus progenitores parecía muy triste por no poder asistir a la cena. Conocían a sus hijos y sabían que algún desastre ocurriría, cosa que querían evitar a toda costa.

–Bien, creo que iré a revisar ese pavo.

Sin embargo, justo cuando iba a la cocina, tocaron la puerta.

–Oh, deben de ser ellos.

– ¡Bro! –gritó Bokuto apenas divisó a su amigo, lanzándose a sus brazos.

–Búho, idiota, no me dejas respirar.

–Bokuto-san, baje a Kuroo-san, por favor –pidió un sereno Akaashi.

–Pero, Akaashi, es mi bro –lloriqueo.

–Y dejaré de serlo si no me sueltas.

Mientras el trío de ruidosos discutía entre ellos por la liberación de Kuroo, un pino de mediano tamaño se fue introduciendo al departamento. Nadie había reparado en él hasta que una voz salió de detrás del pino.

Haikyuu. Drabbles y OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora