Capítulo 3

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Skylar bailaba al ritmo de la música al igual que su amigo. La morena de vez en cuando enviaba alguna mirada en la dirección de Paulo, comprobando que, efectivamente, se encontraba allí. Éste seguía sentado en la barra, no se había movido desde que Skylar se fue a bailar con Hunter. A pesar de que le daba la espalda a la pista de baile, podía sentir la mirada de la morena sobre él, lo que hacía que una pequeña sonrisa socarrona asomara por sus labios.

Hunter, al igual que Skylar, controlaba disimuladamente a Paulo. No era una persona de fiar y quería evitar a toda costa que echara sus redes sobre Sky. Cualquier cosa en la que estuviera implicado él significaba problemas y no quería que su amiga se metiera en ellos. Aunque muy en el fondo sabía que se trataba de celos, pero no quería admitirlo.

—¿Me acompañas a fumar?— preguntó Hunter, hablando en un tono lo suficientemente alto para que Skylar le pudiera escuchar.

La chica asintió con la cabeza, comenzando a caminar detrás de Hunter para salir de la pista de baile y dirigirse a la salida del local. Antes de salir por la puerta echó una última mirada a la barra, llevándose una sorpresa al ver que el sitio que ocupaba antes Paulo estaba ahora vacío. Frunció el ceño y volvió a girarse algo desorbitada, saliendo del local junto a su amigo. ¿En qué momento se había ido?

Decidió no darle más importancia y siguió caminando junto a Hunter. Ambos se sentaron en un banco que había al lado del edificio, aunque permanecía algo aparatado de todo el grupo de adolescentes que había a la puerta de la discoteca.

Skylar hizo una mueca al notar lo fría que estaba la piedra del banco mientras que Hunter se sentó de forma despreocupada, sacando la cajetilla de tabaco del bolsillo trasero de sus pantalones.

—¿Quieres?— le preguntó a Sky mientras sacaba el cigarrillo de la caja y lo llevaba a sus labios.

—No. Ya sabes que no fumo— respondió la morena, arrugando el entrecejo ante la obviedad de la pregunta—. Y tú tampoco deberías.

Hunter sacó un mechero y encendió el cigarrillo que reposaba en sus labios, poniendo delante una mano para evitar que se apagara la llama.

—Habrá que morir de algo— argumentó, soltando la primera bocanada de humo.

Skylar rodó los ojos, negando levemente con la cabeza. —Siempre dices lo mismo.

—Y aún así sigues insistiendo— agregó, dando otra calada al cigarro mientras miraba a los ojos azul cielo de su amiga, que ahora a penas podían verse debido a la oscuridad.

Skylar comenzó a toser cuando Hunter soltó el humo adrede en su cara, agitando la mano en el aire para intentar alejarlo. —¡Hunter!

El chico largó una carcajada al ver la cara de indignación de su amiga, provocando que ésta le mirara con recelo. —No tiene gracia.

—Venga, Sky, no te enfades— dijo aún riéndose el de ojos marrones, rodeando los hombros de su amiga con su musculoso brazo.

—Tarde— murmuró mientras arrugaba la nariz, como hacía cada vez que se enojaba.

Dejó que Hunter la apegara a su costado como forma de reconciliación, aunque en parte buscaba algo de refugio para el aire frío que soplaba aquella noche.

Permanecieron en aquella posición unos minutos, cada uno demasiado metido en sus pensamientos como para decir algo. Hunter aún le daba vueltas al tema Dybala. ¿Qué hacía él hablando con Skylar? ¿Acaso se conocían? Muchas preguntas rondaban en su cabeza pero no hallaba la respuesta a ninguna de ellas. Desde luego que cuando se acercó a ellos no parecían muy amigos, o al menos la cara de Skylar le dio a entender que no lo eran.

—Oye, ¿quién era ese chico con el que hablabas antes?— decidió preguntar luego de unos minutos en silencio, aparentando curiosidad ante el tema. Hunter siempre había sido un gran maestro de la mentira, y no era de extrañar teniendo en cuenta a qué se dedicaba.

La pregunta pilló a Skylar algo desprevenida. Se separó del fornido cuerpo de Hunter y lo miró con el ceño fruncido. —Un tal Paulo, ¿por qué?

—Es que me suena haberlo visto en algún lado— mintió descaradamente, dando otra calada al cigarrillo—. ¿Acaso va al instituto?

La morena negó efusivamente con la cabeza. —Dudo mucho que estudie, la verdad.

De hecho, se jugaría el cuello a que ni siquiera había terminado la preparatoria. Según cree ella, los asesinos no estudian. Sin embargo, no se daba cuenta de que la persona que estaba sentada a su lado era el ejemplo que rompía sus suposiciones.

—Entonces, ¿de qué lo conoces?

Fue a responder a su pregunta pero, cuando recordó que lo "conoció" gracias a Cassie, se dio cuenta de que no había vuelto a ver a la castaña desde que entró a la discoteca. —¿Dónde está Cassie?

Hunter se giró a mirarla algo extrañado ante el cambio tan repentino de tema. —No lo sé. ¿Por qué?

—No la he vuelto a ver desde que llegamos— respondió, levantándose del banco en cuestión de segundos y comenzando a mirar a su alrededor en busca de la castaña.

—Tranquila, la voy a llamar— tranquilizó Hunter, levantándose también del banco y tirando lo que quedaba del cigarro al suelo.

Sacó su móvil y marcó el número de Cassie, llevándose el aparato a la oreja segundos después.

—¡Hola, soy Cassie! En este momento no puedo atenderte así que llámame más tarde o déjame un mensaje— sonó su propio contestador. Hunter resopló y colgó la llamada en cuanto escuchó el pitido que indicaba que dejara su mensaje.

—No lo coge.

Sky se llevó una mano al pelo, moviéndolo con algo de nerviosismo. Estaba comenzando a alterarse. La última vez que la vio estaba con Lucas. Tal vez siguiera con él, o eso quería pensar la morena. Aunque no sabía si prefería que estuviera con Lucas, el amigo del purgador. ¿Quién sabe si Lucas estaba metido con Paulo en algo peligroso?

—Joder...— masculló Skylar mientras comenzaba a caminar hacia el local, siendo seguida por Hunter—. Ayúdame a buscar por fuera. Si no la vimos dentro tal vez es porque no está ahí.

El moreno asintió con la cabeza, poniendo mil ojos a su alrededor por si había algún rastro de su amiga. Ambos comenzaron a recorrerse el perímetro del lugar, mirando con atención cada rincón que había. Sin embargo, ni la morena ni Lucas parecían estar allí.

Ya transcurrido un tiempo en el que revisaron todas las afueras y volvieron a llamarla en contadas ocasiones, decidieron entrar a la discoteca para comprobar si estaba allí. Pero, cuando ambos se dirigían a la puerta del local, Skylar divisó a unos metros una espalda que le resultaba muy conocida.

—¡Cassie!— llamó al borde del ataque.

Pero había un problema del que Skylar no se había percatado y es que su amiga no se encontraba sola.

The Purge: Anarchy |Paulo Dybala| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora