Capítulo 3 - Seguridad

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Me despierto.

No sé dónde estoy ni qué hora es, y me siento pesada y torpe. Intento levantarme, pero no puedo. Tengo las manos atadas a una columna detrás de mí. Me miro los pies. Aún llevo el uniforme de trabajo.

Alzo la cabeza y miro a mi alrededor. Me encuentro en una sala pequeña sin ventanas y con las paredes de hormigón. Una luz parpadea en el techo. Al mirar a mi derecha, veo una puerta cerrada.

Empiezo a pensar que me han metido en una celda. No tengo ni idea de qué harán conmigo, pero no me da miedo. Mi mente está más ocupada intentando averiguar el porqué de la mentira en los telediarios. Sin embargo, veo cómo mi final se avecina y me siento impotente.

¿Es este el precio de saltarse las normas? ¿Me dejarán encerrada hasta que me maten?

Oigo a la puerta abrirse.

–Bueno, aquí la tenemos. Alicia Berenguer –oigo decir a un hombre.

–¡Os lo repito, no tenéis derecho a decidir por el Gobierno! –exclama una mujer con la voz chillona–. Si alguien desobedece la ley, debe ser llevado ante el Departamento de la Justicia. ¡Vosotros no podéis... interceder así!

–Ha sido la división de Inteligencia quien ha informado de sus actividades. Se nos dio la orden de detenerla, y eso hemos hecho –dice una voz masculina con toda la calma del mundo. Me suena su voz. Acento alemán...

Me giro como puedo para verles mejor. Hay una mujer y dos hombres, y el último que ha hablado ha sido el hombre misterioso del bar.

Niels.

–Pero no podéis seguir reteniéndola aquí. Ha de ser juzgada por sus crímenes –dice la mujer, que está cada vez más enfadada.

–¿Para que la maten? Aquí nos puede ser útil. Necesitamos reclutas –explica el otro hombre. Creo conocerle.

Entonces van a matarme. Maravilloso.

–¿Queréis... reclutarla? ¡Es limpiadora, por el amor de Dios!

–Será limpiadora, pero es Alicia Berenguer. No es una chica cualquiera, estáis todos al corriente –insiste Niels.

–Si ha estado limpiando todo este tiempo, por algo será –dice la mujer–. Déjate de tonterías, Niels, me la voy a llevar.

–Con todos mis respetos, señora ministra, no dejaré que se la lleven –dice el otro hombre–. Es más útil aquí que muerta. No es una criminal cualquiera.

–Alicia, chica... –empieza a decir Niels– ¿Qué hacías limpiando otra planta?

Me lo quedo mirando un par de segundos mientras pienso en qué decir. Como la cague... Tengo delante de mis narices a una ministra, y parece que sus ojos me van a aniquilar de un momento a otro.

Al final, decido mentir para salvar el culo y digo:

–Vi a Marc Cámara el día anterior y... quería hablar con él, es mi reportero preferido. Mi amiga me dijo que le había visto en esa planta. –Veo que la ministra no relaja su expresión, así que añado–: Yo siempre quise ser periodista.

La discusión se alarga unos minutos más. Esta mujer no me quiere viva merodeando por donde no debo, desde luego. Sin embargo, los otros dos parece que me quieren reclutar para algo, aunque no tengo ni idea de para qué. Tampoco sé qué es la división de Inteligencia, ni por qué me han estado vigilando.

También han dicho que no soy una chica cualquiera. Últimamente parece que todo el mundo ha oído hablar de mí.

Mientras discuten, trato de deshacerme de las cadenas. Nada, no puedo soltarme. Me pregunto cuánto tiempo llevo aquí. Me duelen las extremidades y la cabeza.

El Barrio de la JusticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora