Catorce

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La casa era un caos, había envoltorios de papas fritas regadas por toda la sala, cocina e incluso el baño. Por más que Seungcheol le dijera al ángel que debía botar todo clase de papel en la papelera este hacía caso omiso.

— ¡Pero es aburrido! —Exclamó Jeonghan mientras que observaba como el más alto limpiaba la casa.

Seungcheol suspiró.

La relación de ambos había mejorado considerablemente, veían series y películas juntos sentados en el sofá de dos personas en la sala de estar; cocinaban postres sin importar que a veces podría resultar ser un desastre; charlaban sobre la niñez de Seungcheol y la complicada vida de Jeonghan en el cielo.

Es que si, la vida arriba no es tan fácil como parece ser, al menos no para los ángeles; debían cumplir misiones que a veces no eran de su total agrado pero que no podían negarse al gran Jihoon.

Seungcheol tomó un pequeño cajón y lo levantó, y al pasar delante del ángel aquel cajón resbaló de sus manos golpeando con fuerza el pie del muchacho.

— ¡Joder, lo siento!

Pero Jeonghan no parecía inmutarse de lo sucedió, su rostro era neutral.

— ¿No te dolió? —Preguntó Seungcheol con una ceja alzada.

—Los ángeles no podemos sentir el mismo dolor que sienten ustedes —explicó Jeonghan— pero cuando se acerque aquella fecha podré sentirlo.

— ¿Cuándo se acerque aquella fecha?

Jeonghan asintió.

—Podré sentir el dolor que sienten los humanos.

Seungcheol suspiró, era cierto. Había olvidado nuevamente que Jeonghan era un ángel. Con todo lo que Jeonghan había aprendido en meses nadie sospecharía, además, Jeonghan se había acostumbrado a mantener su aureola controlada y sus alas guardadas.

Al terminar de ordenar la casa, ambos chicos salieron a dar un agradable paseo por las calles de la ciudad mientras que tomaban un helado de vainilla.

— ¡Que agradable es verlos por aquí!

La voz masculina de Jisoo se hizo presente para los oídos de ambos muchachos, grande fue la sorpresa de Seungcheol al verlo junto a Donghae; no quería verlo a la cara.

—Buenas —Saludó Donghae sin expresión en su rostro, mirando a Jeonghan de pies a cabeza.

Seungcheol frunció el entrecejo.

— ¡Gracias primo, no tenía dinero para un helado! —Exclamó con alegría Jisoo mientras que tomaba el helado de las manos de Seungcheol y lo bebía alegremente.

— ¿Qué hacen aquí? —Preguntó Seungcheol.

— ¿No podemos salir a dar un paseo? —Dijo Jisoo— Me quedé con Donghae luego de que lo hayas dejado solo en mi fiesta ¿no estuvo mal eso? —Jisoo bebió un poco de helado y continuó— es una agradable persona.

Seungcheol estaba un poco exasperado, más con la mirada nada agradable que Donghae le dirigía a su ángel.

—Que dices si hacemos un cambio —sugirió Jisoo— yo voy con el bonito de Jeonghan a caminar por allá y tú vas a otra parte con Donghae.

—No dejaré que Jeonghan se vaya con una porquería como tú.

—Tranquilo —rió— no pretendo nada malo.

Donghae se acercó a Seungcheol con una sonrisa claramente falsa.

—Es buena idea —dijo— así hablamos de lo que pasó en la fiesta.

—No me interesa.

—Antes no pensabas lo mismo —comentó Donghae con enfado.

—Tú lo has dicho, eso era antes.

Jeonghan se mantuvo en silencio, no quería pronunciar palabra, púes, notaba a Seungcheol enfadado y eso no era bueno.

Seungcheol se acercó a su primo mirándolo amenazante.

—Si le haces algo a Jeonghan, te golpearé.

Jisoo rió.

— ¡Claro que no!

Seungcheol y Donghae se fueron caminando en un silencio incómodo. Llegaron hasta las orillas del mar, la brisa era agradable y solo se escuchaba a algunas gaviotas y como el mar se movía con algo de fuerza.

—No te entiendo —comenzó Donghae— parecía que realmente te interesaba.

Seungcheol asintió.

—Ese beso no me provocó nada.

Donghae lo ignoró y prosiguió.

—Pero parece que ahora solo te interesa ese idiota.

— ¿Qué?

— ¿Te das cuenta que acabas de decirme que no te gustó el beso? —Donghae miró el mar— pero si ese imbécil te besara…

— ¿Dejarás de insultarlo? —Interrumpió— y ¿qué si lo besé?

Donghae lo miró sin decir nada, tenia pensado hacer algo. Finalmente,  volvieron a sus casas.

— ¿Jisoo te trajo? —preguntó Seungcheol una vez dentro de su vivienda a un ángel acostado en el sillón. Este asintió — ¿No te hizo nada?

—Me dijo que eras un idiota.

Seungcheol suspiró con enfado. Sus ojos viajaron hacia la figura del ángel, le gustaba como le quedaban esos pantalones ajustados.

Subió las escaleras y se encerró en el baño, dejando con libertad su pequeño problema.

—Agosto 15—

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora