Diecinueve

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Jeonghan miraba como la lluvia caía a través de la ventana en la habitación de Seungcheol. Últimamente se encontraba muy pensativo y la causa era: que en unos días tendría que irse a donde pertenece. Eso claramente no le gustaba, quería quedarse con Seungcheol pero sabía que eso no era posible.

— ¿Qué haces ahí? —preguntó Seungcheol acercándose al chico con una sonrisa tranquila.

—Estaba pensando —pronunció Jeonghan mirando a Seungcheol. No podía evitar mirar sus carnosos labios. — ¿vas a extrañarme? —agregó.

Seungcheol lo observó con atención una vez más y chasconeó los cabellos del ángel.

— ¿Cómo me preguntas eso? —Suspiró— antes ni siquiera dejaba que Jun tocara mi cama y ahora mira —acto seguido apuntó el lecho— esta tú almohada favorita con forma de papa frita y tus pantuflas a un lado de la cama —rió— no sé cómo es que me convenciste de comprarte esa almohada.

Jeonghan rió suavemente.

—Creo que sí, te extrañaré —continuó Seungcheol entre risas— No pienses tanto en eso. De todas maneras nos volveremos a ver, ¿verdad?

La verdad era que Seungcheol se moría de angustia por tener que dejarlo ir, no sabía que sería de su vida una vez que su ángel ya no este con él. Quizá, seguir con su vida como lo había estado haciendo antes de conocer a Jeonghan: en soledad.

Eran ya las siete de la tarde y Seungcheol se encontraba con Jeonghan cenando un rico pollo al horno con un poco de arroz. Sabía que a Jeonghan le gustaba su pollo y ya era la cuarta vez que lo cocinaba en la semana.

— ¿Te gusta? —preguntó Seungcheol deteniendo su comer para mirar a Jeonghan.

Jeonghan asintió.

—Seungcheol —llamó Jeonghan— ¿no te olvidarás de mí?

El adverso no lo miró. Eso no lo sabía, después de todo no volvería a ver al ángel, pero también algo dentro de su ser le decía que no podría olvidarlo.

—Claro que no —miró a Jeonghan acomodando la silla para quedar frente a él. — ¿Cómo crees que podré olvidarte con todas tus…

Jeonghan lo calló. Se acercó a Seungcheol y unió sus labios con los del más alto mientras que pequeños suspiros salían de ambas bocas.

El ritmo se hizo más profundo y Seungcheol tomó la suave mano del ángel para proceder a sentarlo en sus piernas sin interrumpir ni un poco el beso.

Los labios de ambos eran suaves y parecían estar hechos solo para tocarse entre sí.

Se separaron sin mucha distancia y se miraron a los ojos. Seungcheol rió y acarició la mejilla derecha del ángel.

—No te vayas.

—No quiero irme.

—No te vayas —repitió—…por favor.

Los ojos de Jeonghan se volvieron llorosos apenas escuchó las suaves y tristes palabras de Seungcheol. Dejo caer su cabeza en el hombro ajeno dejando que Seungcheol acariciara su espalda de arriba a abajo con ternura.

—Jeonghan —llamó Seungcheol. El nombrado, somnoliento, respondió con un monosílabo— si te vas… Santa no te traerá regalos.

Jeonghan frunció el ceño con sus ojos cerrados.

—Y si no te trae regalos… estarás triste —suspiró— así que, oye, no te vayas. Cuando lloras eres muy exagerado.

Seungcheol movió su cabeza de tal manera en que le permitiera mirar el rostro del ángel; estaba dormido.

Sonrió y sacó su celular del bolsillo de su abrigo, lo encendió y lo miró, deteniéndose en la fecha.

Esa sonrisa desapareció de inmediato; apretó sus dientes y cerro sus ojos con fuerza deseando devolver el tiempo.

Tan solo abrazó con más fuerza a Jeonghan y dejó que sus lágrimas mojaran el hombro del ángel.

—Jeonghan —pronunció suavemente entre pequeños sollozos.

—Ya no llores —susurró Jeonghan con sus ojos aún cerrados — ¿A quién le dices exagerado? —rió.

Seungcheol soltó una pequeña carcajada. Sin moverse de su posición.

—Septiembre 28—

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora