Capítulo 10

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Escuchaba mi corazón latir y los pasos mas cerca,  mi respiración estaba entrecortada y mis manos sudaban alrededor del folder rojo,  estaba en problemas, los pasos se acercaban y yo no sabía que hacer, mi fin estaba cerca, todo el plan se habrá ido a la basura y yo estaría en la cárcel. Observe el pomo dar vuelta y detenerse al instante.

-Richard estoy en el piso 20 y la puerta de la oficina del Señor Petroff,  se encuentra sin seguro- se escucho una pausa - tre a los perros.

Mi corazón dio un vuelco, escuche como respondieron después de un seco sonido cortante.

- Ya vamos para haya- respondió una voz, se oía lejana a través del aparato.

Sin pensarlo dos veces abrí bruscamente la puerta causado que el que estuviera detrás de ella, cayera; no me espere a ver si el tipo se encontraba bien,  en cuanto vi mi oportunidad corrí, vi el ascensor enfrente de mi, pero desvíe mi camino hacia las escaleras.

-¡DETENGASE O DISPARARE!-grito una voz autoritaria.

Dios mío el tipo tenía un arma,  no me detuve a ver si estaba cerca y mucho menos a ver si lo que decía del  arma era cierto,  sin comprobarlo corrí los más que pude, los tacones resonaban en el frio mármol y por mi frente se hacía presente el sudor.

Se escucho un estruendoso sonido y  a continuación sentí un dolor punzante en mi hombro derecho, RAYOS,  me dispararon, tan solo pensarlo quería tirarme al piso y rogar porque esto acabe,  sin embargo seguí corriendo, al pasar la puerta que me dirigían a las escaleras, me sentí a salvo,  ya en las escaleras oír otro tiro y una puerta abrirse brusco, me maldigo mentalmente por haber traído tacones y falda y maldigo a Max por no avisarme con anterioridad, saque mis zapatos y los tome con mi mano derecha, todo en un tiempo récord y sin parar de correr (bueno solo un poco),  mi hombro izquierdo dolía como los mil demonios,  no le di importancia y empeze a correr más rápido, las pisadas se oían mas cerca y los aullidos de los perro rebotando en las paredes,  las voces me decían que parará pero aunque me suplicaran no lo haría.

Me tenían rodeada no sabia que hacer, dos vigilantes con tres perro venían de abajo de las escaleras,  asome mi cabeza y me sostuve por el pasamanos para ver por donde se encontraban, mi cabello negro cayó en mi cara,  ellos estaban tres pisos mas abajo que yo, yo en el doce, voltee  mi cabeza hacia arriba  para ver al que me perseguía, el estaba a también tres pisos de distancia, rayos,  no sabia que hacer,  espera, ya se, corrí hacia arriba, acortando un piso de distancia entre mi perseguidor y yo, el al observar mi acción aceleró el paso,  no me di tiempo de meditar y corri a la puerta  cerrando detrás de ella.

Infiltrandose en  el corazón de William Petroff.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora