Bajo el espeso manto de la noche la miré, no había nada para iluminar mis pasos, solo la luz de la luna que lograba que las siluetas de los grandes árboles en aquel bosque dieran el toque espeluznante de una película de terror. Disfrutaba inmensamente ver su pequeño cuerpo lleno de miedo huir de mí. Ella me temía y eso me encantaba.
Las hojas secas y pequeñas ramitas crujían bajo mis suelas mientras caminaba en dirección a un gran robre donde la pequeña chica intentaba ocultarse de mí, tal vez yo era muy hábil o ella muy estúpida, porque deducir donde se escondía no me resultó difícil en lo absoluto.
Estaba de pie detrás del árbol, podía escuchar su llanto ahogado por su mano insistentemente pegada a sus labios intentando inútilmente guardar silencio, la había encontrado y era su fin.
La tomé por los hombros y pesqué su cuello para evitar que intentara escapar, su piel era perfecta como porcelana y suave como la seda –no voy a negar que ella ha sido una de mis mujeres favoritas-
Intentó gritar pero la presión de mi mano en su garganta impidió la salida de tal sonido, en su lugar se escuchó una tos bastante seca y ahogada.
Era hora de divertirnos juntos, me acerque a su oído y le susurre las que probablemente eran las palabras más dulces que había escuchado en su miserable vida –las zorras como tú son mis favoritas- dije antes de que mi lengua encontrara su oído y bajara hasta su cuello. Se retorció un poco al sentir mis fríos labios tocar su piel. Detesto que se muevan tanto y me vi obligado a golpearla. Mi puño impactó fuerte contra su pómulo y sus ojos se llenaron de lágrimas que bajaron por sus mejillas y se mezclaron con la sangre que emanaba de su mejilla, ella sollozaba y eso me excitaba más, saqué de la bolsa trasera de mis pantalones una navaja que siempre me acompañaba y rasgue su blusa, me detuve a besar sus pechos, eran perfectos, grandes y redondos, su cuerpo reacciono al estímulo de mi lengua y sus pezones endurecieron, seguí con sus jeans y su ropa interior hasta que la tuve desnuda frente a mí. Ella me suplicaba que la dejara pero ya era tarde para eso. La tire de una bofetada y una vez en el suelo besé todo su cuerpo, mordí sus pechos y sus piernas, mis dientes se clavaron profundo en su piel y comenzó a sangrar, lamí sus largas piernas cubiertas de sangre e introduje dos de mis dedos en su vagina, ella no dejaba de llorar y volví a golpear su cara con mi puño, esta vez su ojo quedo casi cerrado por completo reemplace mis dedos con mi navaja y ella grito, un grito exquisito. Dolor, miedo, desesperación… subí de nuevo y la obligue a lamer la navaja llena de sangre y de pequeños trozos de carne proveniente de su sexo, comenzó a perder el conocimiento a causa del dolor. Besé sus labios y corte su vena yugular y arteria carótida. Terminé dentro de su cuerpo sin vida y aun conservo uno de sus pezones.
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Letras Sueltas
Acak¿Qué hay dentro de la cabeza de una chica de 18 años? Con la esperanza de poder vivir de letras, vomito mis sueños y ocurrencias en éste rincón.