LA POSADA AL FINAL DE LA CALLE

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Ericka dobló su pijama purpura y terminó de preparar su maleta. "Estoy lista para irnos, mamá" dijo.
Ericka y su madre se iban de vacaciones. La madre había hecho planes para que visitaran a la tía Julia, que vivía en un pintoresco pueblo cerca del mar. A Ericka y a su madre les encantaba ir al mar.
El cielo estaba un poco nublado cuando Ericka y su madre entraron a la carretera interestelar. Ya era tarde. Ericka miraba por la ventana. Los rascacielos de la ciudad pronto dejaron paso a los árboles y campos.
Conforme avanzaba al norte empezó a llover. Primero cayeron unas cuantas gotas grandes contra el parabrisas. Y de pronto, las gotas de lluvia cayeron rápidamente, con furia. La madre de Ericka encendió los limpiadores en la velocidad más alta.
En ese momento, se escuchó un fuerte trueno y un relámpago ilumino el cielo, que ya estaba bastante oscuro.
"Está lloviendo a cantaros" , dijo la madre "casi no puedo ver nada, tal vez debamos hacer una parada".
Ericka estaba asustada. Todavía faltaban varias horas para llegar a casa de la tía Julia. Peor aún, parecían estar paradas en medio de la nada.
"Mira" dijo la madre de Ericka, inclinándose hacia adelante y forzando la vista. "Hay una posada ahí delante. Quizá podamos quedarnos ahí esta noche" .
Ericka se tranquilizó cuando se detuvieron en una casa muy peculiar. Era blanca con postigos verdes, y parecía muy acogedora.
Ericka y su madre cargaron sus maletas y corrieron al portal. Por fortuna el portal estaba cubierto y las protegía de la lluvia.
La madre tocó el timbre de la puerta. Al poco rato escucharon pasos en el recibidor.
"Bienvenidas" , dijo la posadera al abrir la puerta "hagan el favor de pasar y sentirse como en su casa".
"Quisiéramos alquilar una habitación para esta noche" , dijo la madre de Ericka "espero que aún tenga alguna disponible".
"Por supuesto, querida" contestó la anciana "está cayendo una fuerte tormenta, así es que las llevaré a su habitación".
La posadera las llevó a las viajeras a una acogedora recamara en la parte de arriba. A Ericka le agradó ver una cama gigante con un edredón esponjado y con olor a rosas. Ansiaba acurrucarse bajo las mantas secas y tibias, mientras la tormenta rugía en el exterior.
A la mañana siguiente, Ericka despertó con. el piar de los pájaros. La terrible tormenta había terminado.
Ericka y su madre bajaron las escaleras.  La sala se veía aún mas adorable con la luz de la mañana.
"¿Hola?" , dijo la madre de Ericka.
Ericka y su madre no encontraron a la posadera.
La madre de Ericka se encogió de hombros "Tal vez salió a comprar víveres", dijo
"Podemos dejarle una nota" .
La madre de Ericka buscó papel y pluma en su bolsa. Envolvió cuidadosamente algo de dinero con la nota y lo colocó en la mesa del recibidor.
Después de manejar unos cuantos kilómetros, se detuvieron a cargar gasolina.
"¿En que puedo servirles?" , les preguntó amablemente el muchacho de la gasolinera.
"Quisiéramos que llenara el tanque", contestó la madre de Ericka.
"Con gusto" , dijo el muchacho, y metió el dispensador en el tanque de gasolina.
"No manejaron anoche en medio de la terrible tormenta, ¿verdad?", continuó el muchacho.
"De hecho, si lo hicimos", dijo la mamá de Ericka, "Por fortuna, pudimos pasar la noche en una encantadora posada unos kilómetros atrás".
El muchacho volteó hacia ellas sorprendido "¿No se refieren a la casa blanca con postigos verde?", les preguntó confundido.
"¡Si!" , respondió la madre de Ericka. "La posadera quien era una ancianita, era muy amable".
"Pero eso es imposible", dijo pausadamente el muchacho "Esa es la vieja posada de la señora Flattery. Se incendio hace varios días".
"¿Se incendió?" Repitió Ericka sorprendida .
La madre de Ericka pensó que el chico estaba bromeando, y esperó a que se riera.
Pero parecía muy serio. Ericka sintió escalofríos.
"Hay que regresar, mamá" , sugirió "Sólo nos tomará unos minutos".
Ericka contuvo la respiración al acercarse a la posada.  Cuando se detuvieron en la entrada, ¡no podían creer lo que veían! Efectivamente, la vieja casa estaba quemada, como el chico les había dicho.
"¿Como es posible?" , preguntó Ericka asombrada. "¡Acabamos de estar aquí!".
El portal que las había protegido de la lluvia ahora estaba abollado y quemado.
Todas las ventanas estaban rotas.
Con cuidado, Ericka logró llegar al hueco donde solía estar la puerta, y ahí se quedó boquiabierta. Ante ella se encontraba la mesa del recibidor, y sobre esta se hallaba su nota perfectamente doblada.

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