El Encanto De Los Wayne

475 45 9
                                    

Olió el fascinante olor de galletas de chispas de chocolate, sonrío, ese aroma solo podía significar una cosa... Elena había llegado.

Dumas Elena, una amiga inesperada que había ganado tras un nefasto comentario suyo y una contestación que lo había dejado sorprendido, fue tras una serie de blasfemos y escandalosos comentarios que en algún punto entre «La señora Saint Claire hace justicia de que las mujeres tienen un don para la intriga y el engaño» y  «Su esposo definitivamente no refuta que los hombres son unos cerdos hormonales»  dieron el click. Por supuesto que se disculpó por sus groseros comentarios, y ella hizo lo mismo, aunque habría algo que nunca olvidaría de aquella conversación «Pero por lo que ambos concierne, los Saint Claire son nefastos, no merecen ser disculpados» ... Rio, como hacía años no había hecho, y como desde ese momento siguió riendo siempre que estuvo a lado de Elena.

—Hey —llamo suavemente al bajar las escaleras— no sabía que venías.

Interrumpiendo su platica con Alfred, giro a verle, desde la entrada de la cocina Bruce contó los segundos para ver sus profundos ojos azules, le fascinaba el color. Era una de las muchas cosas, que de hecho, amaba de Elena.

—No tenemos clases, es un bonito día, y tienes un extenso jardín —enumeró mientras levantaba una canasta tapada con un mantel rojo— vamos a tener un picnic.

—¿Acaso mi opinión no cuenta en esta repentina decisión? —pregunto divertido.

—¿Tienes mejores planes? —pregunto juguetonamente— sé que tu libro podrá aguardar otro día, y tu habitación es inamovible, sal conmigo y no me hagas rogarte.

—Bueno, aunque no planeaba exactamente quedarme en mi cuarto, por qué de hecho tengo más amigos —ante ese comentario ella rodó los ojos, ambos sabían que sus 'amigos' eran los chupadores hijo de otros codiciosos millonarios— no dejaré que te arrodilles y me supliques, soy un caballero después de todo y puedo apreciar las gentilezas de una amiga.

Él era un inmaduro, ella también lo era, pero de vez en cuando jugaban a ser un perfecto caballero y una pomposa dama de sociedad, era un divertido reto entre ambos, esperar a ver quién sacaba de su papel primero al otro.

—Bueno, como caballero que eres, sé que no te molestará cargar nuestra comida.

Sin más, soltó la canasta entre sus manos mientras sonreía ante el repentino desequilibrio que el peso le había provocado, sin detenerse a disculparse salió de la cocina dejando atrás la risa contenida de Alfred y el quejido de su mejor amigo.

—Esto...pesa —farfulló Bruce adolorido— ¿De donde tiene tanta fuerza?

Otra de las peculiaridades de Elena, a veces se aparecía cargando cosas que ninguna otra chica cargaría, no por falta de esfuerzos, sino por falta de fuerza.

Aunque le gustaba cuando llegaba inesperadamente con un plan en mano, sus ocurrencias eran encantadoras.

Con sobresalto abrió los ojos, el olor de galletas recién hechas se había evaporado, ahora solo prevalecía el húmedo y mohoso olor del austero cuartucho en el que estaba, lejos estaba el tiempo en el que había sido feliz, realmente dichoso. Pero esa etapa de su vida solo había estado ocultando el sentimiento que muy en fondo arraigaba en su corazón, rabia, ira, frustración...sed de venganza. Dejarla había roto su corazón, pero no podía mentirle... mentirse... él no estaba bien, no podía seguir fingiendo que lo había olvidado todo, porque ni por un instante había perdonado esa noche.

Cuando Nuestros Caminos Se Crucen § Hija Bruce WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora