Luz

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Bajó del cielo, no como un ángel, si no como un demonio.

Esa fue la primera vez que Sarah lo vio, Ra's al Ghul. Un hombre que había bajado a las profundidades de la fosa para descargar una furia implacable, en los meses que llevaba ahí, jamás había temido tanto. Él era como una tormenta; un fuerza incomparable, demoledora... aquel que se interpusiera en su camino terminaba conociendo el verdadero infierno en la tierra.

—Sarah Wayne —pregunto a un hombre que lloriqueaba bajo su doloroso agarre— una niña pequeña ¿Donde está?

El reo la señaló con manos temblorosas. Agazapada en su escondite miro con pánico al hombre que la buscaba, su corazón latió violentamente, no sabía quién era y no quería averiguarlo.

Él se giró y brevemente sus miradas conectaron, soltó al reo y camino lentamente hacia ella. Sarah hizo lo único razonable, corrió y se lanzó a las rocas del muro.

—Señor...

Ra's al Ghul le indicó que callara. Miro a Sarah, escalaba con gran velocidad, encajándose dolorosamente algunas rocas, haciendo caso omiso de los borbotones de sangre que comenzaban a fluir de sus palmas.

Camino lentamente por la orilla, observando con interés lo que se desarrollaba frente a él. Su agarre comenzaba a temblar, seguramente sus músculos ardían por el esfuerzo, pero ella seguía escalando sin contemplar sus limitaciones.

Quiso gritarle que se detuviera al verla llegar a la parte del salto, pero se frenó a sí mismo, merecía probarse a sí misma. Sin embargo no se detuvo de acercase y calcular como atraparla si llegaba a fallar.

La vio concentrarse por unos cuantos segundos, inhalo... entonces la vio hacerlo. Impulso su cuerpo con un salto gigantesco, y solo por un segundo, creyó que caería. Pero quedó prendida de la plana superficie por la mitad del torso. La observó respirar entre jadeos, el golpe le había dado directo en el estómago y había hecho que sacara el aire de un tirón, pero se resistía a soltarse de la piedra.

—Lo logró —comentó impresionado su segundo al mando.

—Realmente lo hizo —afirmó con admiración hacia su nieta—. Los hombres que vigilan arriba... que no la lastimen, pero que la atrapen cuando salga de la fosa.

—Como ordene, señor.

Con paso decidido se dirigió a una celda que aguardaba con las respuestas que necesitaba. El anciano lo reconoció, como no hacerlo, la última vez llego a la fosa con toda la tempestad de una venganza ferviente.

—Nunca creí que volveríamos a ver su rostro —su voz era firme y sin duda, pero Ra's al Ghul reconoció el miedo en su mirada— ¿Como es que hemos vuelto a merecer su visita?

No hizo alusión de su pregunta, su semblante permaneció estoico.

—¿Alguien la toco?

—Ahh, la niña —afirmó para sí mismo—. Que desgracia que la segunda criatura en ser condenada a esta prisión resultara tener una conexión con usted, debemos ser realmente desafortunados.

—No tiente mi paciencia —corto dándole una filosa mirada— vi el golpe de su ojo, tiene un labio partido, y moretones surcando su cuerpo. Pero eso no me parece tan importante como saber si alguien la toco de manera inapropiada.

—Teme porque a diferencia de Talia, ella no tiene un protector —no necesito una afirmación para saber que estaba en lo cierto— pero tiene su valor, su perseverancia... esos golpes, cada puñetazo que recibió, ella los devolvió —confesó con cierta admiración— aprendió rápido, sin embargo comencé a notar que nada murió en ella. Esta prisión no robo su esperanza, le dio un obsequio, y no estoy seguro de que sea... solo sé que ella no es una hija de la oscuridad.

Cuando Nuestros Caminos Se Crucen § Hija Bruce WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora