R... John, John Blake

507 49 16
                                    

Miro con ojos curiosos el alboroto que había afuera, solo un pequeño y selecto grupo de niños había podido estar presente en el evento que se estaba presenciando enfrente del orfelinato, y por supuesto, no lo habían elegido a él. No es como si lo hubiera deseado en algún punto, no le apetecía fingir estar feliz frente a un montón de cámaras, de hecho, no le apetecía fingir frente a nadie.

¿Por  qué estaba espiando el evento desde la ventana del tercer piso cuando no había querido ir? Bueno, incluso para alguien como él, ignorar a Sarah Wayne era difícil. Los chicos del orfanato habían crecido escuchando sobre Bruce Wayne, el huérfano multimillonario, él era como ellos, solamente que con más privilegios, pero... le admiraban, porque les hacía creer que había más para ellos allá fuera, que podían salir de ahí y triunfar.

Pero su hija le resultaba un misterio, había aparecido repentinamente y se había hecho de conocimiento público que su madre había sido asesinada dejándola ... sola. Aún no podía decidir si ella también era huérfana, después de todo Bruce Wayne solo figuraba como desaparecido. Siguió estudiando a Sarah Wayne desde su posición, sonreía afable mientras escuchaba las muestras de agradecimiento del reverendo Mckoy, y las infinitas alabanzas del alcalde Freeming, río secamente, por supuesto que el alcalde estaba lamiéndole los zapatos a Wayne.

Con nueve años, y después de poner a industrias Wayne nuevamente en su prestigio internacional de antaño, la heredera volvía a los titulares por haber cerrado un contrato; obviamente multimillonario, con la aeronáutica militar del país. No entendía del todo la máquina que estaban construyendo para el gobierno, pero aparentemente iba a ser la más rápida en su tipo, con sistemas de nueva generación, y armamento único en su tipo.

Era increíble lo que una niña de nueve años estaba haciendo. John, con sus doce años, envidiaba ese talento. Las cosas que haría si tuviera su capacidad intelectual... seguramente no tendría problemas con álgebra.

Había algo intangible en Sarah Wayne, algo que solo propagaba su curiosidad, no dejaba de mirarla temiendo que pudiera perder pista de aquello que le impedía descartar a la joven heredera de sus pensamientos. Observarla fue lo que hizo, incluso cuando el alcalde se marchó, y cuando los periodistas se saciaron en fotos de ella y también siguieron su rumbo... John simplemente la miro, y finalmente por un segundo, un pequeño instante, encontró su respuesta.

Sarah Wayne no era menos huérfanos que ellos, no si sabia usar la misma máscara que le decía al mundo que todo estaba bien cuando en el interior solo había conflicto. Lo pensó con detenimiento ¿Como podía ser Bruce Wayne su padre cuando jamás lo había visto? Podía quererlo, pero solamente por recuerdos ajenos, no propios. Su madre había sido todo lo que había tenido y se había marchado en un instante, Bruce Wayne era un figura ajena, y lo más cercano a ella ahora solo era el viejo mayordomo de la familia ¿Si quiera era suficiente para llenar el hambre de amor paterno? Tal vez hasta algún punto, pero John que lo había perdido todo sabía que jamás dejaría de desear tener a sus padres. Era egoísta siquiera pensar que se podía estar bien, no importaba que tanto sonreías, el pesar de esa pérdida siempre sería como un  fantasma en el corazón.

La vio despedirse del reverendo, quiso apartar la mirada y volver a sus asuntos, pero un impulso le hizo abrir la ventana y asomarse por la cornisa.

—¡Ey! —grito desde su lugar— ¡¿Nos das todo ese dinero, y no piensas mirar en lo que estás invirtiendo?!

A penas reparo en la mirada sorprendida del reverendo, no podía cuando le sostenía la mirada a la joven Wayne casi retándola a que le llevará la contraria, pero no lo hizo, simplemente le miro con semblante estoico.

—¡Tal vez tengas razón, Robin! —grito de vuelta para su sorpresa.

Pero que respondiera no fue lo que casi lo enmudeció.

Cuando Nuestros Caminos Se Crucen § Hija Bruce WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora