3. El camino al este.

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Dana se dirigió al Este del campamento, al igual que Mark amaba el bosque, era una persona muy espiritual y algo ecológica, siempre apoyaba las propuestas ecológicas que la preparatoria hacía, ella no usaba vehículos de motor, prefería utilizar su vieja bicicleta que había construido con su padre. No era la mejor bicicleta, pero sin duda era toda una guerrera, llevaba muchísimo tiempo transportándola a todos lados.

Dana se guiaba con el sol, no necesitaba poner marcas para no perderse, parecía tener una brújula integrada. Durante el trayecto no encontró mucho más que unos cuantos árboles quemados por descuidos de la gente que acampaba por ahí, y uno que otro ciervo. Los ciervos se le acercaban como si estuvieran domesticados, y ella no dudaba en acariciarlos. Amaba a los animales, en su casa ella tenía dos perros y un gato. Su perro más viejo se llamaba Pich, y su perrita más joven se llamaba Lucille, ambos eran labradores color negro, eran pareja. A los pocos meses de que Lucille llegó a su casa tuvo cachorros, Dana los regaló a gente que considerara buena con los animales, no le gustaba lucrarse de ellos. Y estaba en contra de los criaderos de perros, eran su animal favorito. Su gato se llamaba Timothy, era un gato negro y ojos verdes, y tenía un mal genio, odiaba ser acariciado, a no ser que fuera por la hermana de Dana. Dana intentaba socializar con él, pues quería que fuera igual que como es con su hermana, pero no podía.

— ¿Alguien ha encontrado algo interesante? Cambio —preguntó Dana a través del radio.

—Nada por aquí —respondió Mark algo desilusionado —. ¿Jessica? ¿Caleb? Cambio.

Ninguno de los dos le respondió a Mark.

A Dana le emocionaba la idea de que ninguno de los dos respondiera, tal vez estaban juntos, eso estaba predestinado a suceder, o era lo que ella pensaba. Caleb siempre fue su mejor amigo, y estuvo un tiempo enamorada de él, pero él siempre estuvo enamorado de su mejor amiga, Jessica. Dana se sentía triste de que no pudieran estar juntos Caleb y ella, así que comenzó a investigar por qué no se fijaba en ella, y fue cuando encontró los signos Zodiacales.  Dana era Piscis, un signo de agua, mientras que Caleb era Aries, un signo de fuego. Después de investigar lo suficiente, se dio cuenta que Caleb y Jessica eran muy compatibles, por lo cual decidió dejar su interés amoroso por Caleb y dejarlo estar con Jessica. Pero llegó Mark, alto, fornido, y de buen aspecto, y al instante de conocerlo Jessica comenzó a hablar de él a cada instante, a ella le gustaba Mark, y eso había hecho enojar a Dana y Caleb.

Después de un tiempo de caminar, el sol empezaba a desaparecer en el cielo. Dana estaba decepcionada de no encontrar nada interesante, esperaba encontrar un pueblo, o algo místico, tal vez un ser fantástico. A ella siempre le había llamado la atención los cuentos de hadas y los cuentos fantásticos, le encantaba la idea de la magia.

Una estática comenzó a sonar en su radio, y lo único que pudo distinguir entre ello fue la palabra nuclear.

—No te copio, hay mucha estática —decía Dana a la radio.

La estática cesó y de la radio no salió nada más que silencio.

Dana se preocupó y regresó al campamento. Pero no sabía si en verdad había escuchado aquella palabra, "nuclear". Comenzó a correr a toda prisa hacia el campamento, y a lo lejos distinguió humo negro. Venía del campamento. Mientras se acercaba logró distinguir una gran luz roja que se extendía por el cielo. Había fuego. Corrió y al llegar encontró a Caleb llevando a Jessica en sus brazos.

Caleb dejó a Jessica en el césped.

— ¡¿Qué pasó?! —preguntó Dana angustiada.

Caleb la ignoró y corrió hacia el lago con una cubeta.

Dana puso a Jessica en su regazo y distinguió varias quemaduras alrededor de su cuerpo.

— ¡Mark, corre, ayuda, Jessica está herida! ¡Hay fuego! Repito ¡Hay Fuego! —gritó Dana a su radio.

Caleb estaba intentando apagar el incendio con el agua del lago, Dana pensó que aquello era imposible, el fuego estaba demasiado vivo.

Mark llego jadeando a su posición, miró a Jessica y por fin habló.

— ¿Qué pasó?

—No lo sé —respondió Dana preocupada.

El soñador de RowtagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora